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lunes, 26 de diciembre de 2016

Navidad, dulce Navidad

Sí, sí, lo dicho. Este argentino, que dice hablar movido por el amor fraternal, no hace otra cosa que pensar en Errejón. Es que  para él es como una obsesión y, por supuesto, el culpable de todos los males podemitas. Ya les digo, hasta lasaltaCapillas ha tenido que salir en defensa de elSieteMesino, el pobre. Harta ya de estar harta, con la que le armaron en el cerco por Madrid y con el portavoz de la Asamblea de ídem, no se ha callado y le ha dicho a Echenique que "hasta luego Maricarmen", o lo que es lo mismo "patilapeineta", pero por si el argentino no entiende, más claro: que te den. Y se ha quedado tan fresca.
Que es que esto todo de los podemitas se diluye en importancia en cuanto que nos han enterado de la paella cocinada -o lo que sea- por el actor protagonista de Gigoló y Este cuerpo no es mío, Rob Schneider, Rob para los amigos. Va el tipo y se cocina una paella para la Nochebuena. Nunca es tarde para comerse una paella, pero en esa noche es casi un "pecao". No termina ahí la cosa. Rob tuvo la osadía de exponerla en las redes sociales, presumiendo del "manjar".
¡Ay, mi Dios, si las redes dispararan el actor estaría ya "acribillao"! Figuradamente, claro. Hizo la paella en una bandeja de cristal, sin apenas arroz -¡Vaya usted a saber cuál utilizó; desde luego, el "bomba" no- y va y lo mete en el horno con decenas de ingredientes, ninguno apto para una paella como mandan los cánones, con pollo y conejo y garrofones. La que ha podido liar el energúmeno gastrónomo. Hasta los israelíes han protestado, coño, que así no se hace y si lo hace que no lo diga y si lo dice que no lo enseñe. ¡Vaya paparrucha! Lo que no ha dicho es si se la comió y cómo estaba de sabor.
Como suponemos que la paella estaba incomible, aunque esa gente de los "hollibús" se traga lo que les echen, y más si lo han hecho ellos, el entrenador del equipo de fútbol del Montpellier, por allá por la Francia, estaría encantado con que Rob les pasara unas racioncitas a sus jugadores, porque sería la manera de que estos no engordaran. Porque ya se lo tiene bien advertido: jugador que coja peso durante las vacaciones navideñas, jugador que pagará un euro por cada gramo de más. Parece una multa baladí, pero si alguno se pasa un kilito tendrá que abonar mil euritos; si alguno llega a los tres, nada raro por las celebraciones que conlleva la Navidad, aportaría tres mil euritos para la saca del club. ¡Menuda broma!
Es que la gente anda por ahí como si nada: aquí te pillo y aquí estamos. Como les pasó a los viejetes de Lozoya, localidad madrileña gerenciada por los de laPesoé, a los que no se les ocurre otra cosa que mandarles al club de jubilados a una vedette para hacerles más ameno el rato. Lo que no está nada mal. Pero, menudo susto se llevaron cuando la vieron aparecer como si estuviera desnuda. Eso, leche, no se le puede plantar, a esas edades a los abuelos, que algunos han corrido el riesgo de sufrir un espasmo; de hecho, más de una ancianita, escandalizada, abandonó la sala. Para el alcalde, José Manuel Jiménez, ha sido más el ruido que las nueces y ganas de marear la perdiz.
Explicaba el alcalde que la vedette no estaba desnuda, que "llevaba unas mallas y sus hojas de parra". Y todos los ancianitos se quedaron tan contentos con el espectáculo; sólo les faltó comer perdices, o, en su defecto, la paella de Rob, que para eso estamos en Navidad, para ser felices.

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