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jueves, 26 de enero de 2017

Trasvase Ebro-Duero

¡Santísima virgen de laPilarica! Lo pequeña que es y las estupideces tan grandes que tiene que soportar allá en la tierra maña. Pobre. Es que dice el alcalde podemita de Zaragoza, Pedro Santisteve, que está hasta los cataplines de los militares, y más en concreto, cerrando el círculo, de la Academia Militar de Zaragoza, que ya celebra su noventa aniversario de asentamiento en la capital de Aragón. Le ha pedido a los militares, delante de ellos -¡qué falta de rubor!- que se vayan marchando y que, mientras ello, hagan una "Academia Militar no militarista".

Entendido cocina, que ahora mismo se lo guisan. Pase la nota que para eso está el exJEME, Julio "elRojo", podemita que tuvieron que largarlo a las listas de Andalucía, a ver si allí alguien lo quería como diputado. En Aragón, nadie; en Al Ándalus, como Martín: cada vez más ruin. Sólo le faltó a Echenique estar allí de cuerpo presente, para que cuando sonara el Himno pusiera él el estribillo machista con lo de la "minga dominga". Pero no había feministas, que estas también están en su derecho de tomarse unos vinitos, y que Echenique que "diza" lo que quiera, que mientras no "haza". Todos tan contentos.
Cierto que el concepto de una Academia Militar no Militarista no es entendible por mentes que no sean preclaras, que estén intelectualmente suficientemente bien preparadas. Por eso, el alcalde zaragozano ahondó en su explicación a los militares presentes, entre ellos el general Luis Lanchares, que "hay que distinguir entre los militares profesionales y el militarismo como ideología, que prioriza la agenda militar a todas las demás. El militar es un profesional vocacional al servicio del bien común y de la justicia social", por lo que expresó su convencimiento de que "la academia actual tiende a educar a sus militares en ese sentido y "no a ser militaristas".
No hay que tomárselo esto a broma, no. Como no lo hizo el general presente, que se limitó en su discurso a resaltar la importancia de la Academia durante sus noventa años de implantación en Zaragoza. Me da que cuando el general y su Estado Mayor salieron del ayuntamiento agradecerían el aire fresco de la calle. Ellos, educados como son, no comentaron nada. Seguro que para sus "endentros" pensaron, como lo harían los franceses, que vaya una "butade" lo del alcalde, o quizá, sin decirlo, ya digo, se pensaron en español que vaya una gilipollez lo del podemita. Algún mal pensado, haría eso pensar que el alcalde maño se habría tomado un par de cañitas, unas pulguitas y un ansiolítico. Porque, para decir lo que dijo el valor no se le supone, si no es incitado por las cañitas, o los humos contaminantes de los pitillos; y eso que en el lugar no se puede fumar.
Pero, también, y en este mismo acto, expresó el podemita sus temores. Sacó a relucir sus demonios, los que a él lo atemorizan. Está el hombre que no defeca por los riesgos de seguridad a los que están sometidos sus paisanos por un posible conflicto armado y tantas instalaciones militares que tienen los zaragozanos, que se les salen por las orejas. Este es el principal motivo por el que el podemita quiere la reducción de instalaciones militares; de  ahí la perorata que soltó, que a ver si viene alguien que nos la explique.
Siendo así las cosas, aprovechando que el Ebro pasa por Zaragoza, el Pisuerga por Cataluña -dicen los sabios consejeros catalanes- y el Duero por Zamora, se podrían trasladar unas cuantas de esas instalaciones a la ciudad del Duero -total, las dos provincias figuran las últimas por orden alfabético-, que desde que les quitaron el Regimiento Toledo nº 35 la ciudad no levanta cabeza. Y aprovechando que el pepero Maíllo es vecino de Portugal y la presidenta de las Cortes también, bastaría con un empujoncito y le darían gusto al podemita aragonés. Los zamoranos se lo agradecerían, digo yo.

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