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miércoles, 18 de enero de 2017

Así aquí como en la eternidad

Ya lo creo, ya, que España se congela. Pero sin remisión. Por un lado, la cerca el mal tiempo; por el otro, los de la cueva, que ayer se reunieron, coincidiendo –casualidades de la vida- con la festividad de San Antón. Ambas partes, casi como al poeta, nos hielan el corazón. La una será pasajera, y vendrá mejor tiempo; ya llegará el verano. La otra no nos augura tiempos mejores. Los presidentes autonómicos están caninos de dinero. Y el presidente de todos los presidentes dice que le faltan veinte mil millones, no dieciséis mil, sino veinte mil, por si a alguien no lo oyó bien. Lo que no aclaró el presidente –eso vendrá en un segundo capítulo- es si se los han robado, como a Aída sus ciento setenta mil euros que llevaba en metálico, o es que se va a dar un atracón con todos nosotros.
Menos “dos”, que no acudieron a la cita, estuvieron todos de acuerdo en que les hacía falta más pasta gansa, que tienen muchos “apesebraos” que mantener y, tal y como se prevén las cosechas, poco trigo a repartir. Y si hay que zarandear a los súbditos hasta que caigan de los bolsillos las telarañas, se va y se hace. ¡Faltaría más, que para eso estamos. No pasen mal rato! No nos van a dejar ni descansar en paz, ni aquí ni allá. Nos vamos a ir al reencuentro con El del más allá con la intranquilidad de que los que dejamos acá tampoco lo van a poder disfrutar; si nosotros pagamos las letras, ellos han de apoquinar por los borrones. Sólo una excepción –pero, poquito, aunque ya es conceder más que una piedra-, la comunidad de Madrid –motor y engranaje de la economía nacional-, y van todos y se le  echan encima, a laCifuentes, que, como buena “metepatas” dice que lo que hace lo hace por el acuerdo  que firmó con los Cíus. ¡Anda que ya le vale!  Bueno, pues así y todo, todavía la lozzzana andaluza se le lanzó a la yugular. No sabe la madrileña con quién se ha “topao”, con quién se juega los cuartos. Que se lo pregunte a los de laPesoé y, si le quedan dudas, a elPedroQué.
De los otros dos, ya digo, como los que oyen llover en tiempo de sequía; además, se llevaron todos los titulares. Ni tan siquiera tuvo el presidente de los presidentes los bemoles de, al menos, insinuarles, aunque fuera por lo bajo, que el que la hace la paga, aunque sólo hubiera sido eso, coño. Pero, no, que va. Como el que no hace la cosa, así como de despiste, como si puf, no le daba importancia, que si quieren “vengar” que vengan y que si no ellos se lo pierden. Y, miren, que no es eso, que estamos en España, mal que les pese, y si no han asistido que presenten el justificante médico, si no que se lo descuenten de la paga, con apercibimiento de falta grave. Pero me da a mí que ni por esas y que les da igual.
Para los otros dos –verdaderos hijos de su madre, como todo quisque-, este es el reino de Jauja. Al de las provincias españolas del noreste, que no le vengan con penas ni miserias, que él está a lo suyo, muy atareado con la creación de un nuevo país, una república independiente como los de Ikea, en colaboración con laForcadell y laGabriel, aunque no sé yo si de ahí más bien saldrá una pocilga. ¡Porque menudos ejemplares! Y que si alguien quiere algo de él, que deje “recao” en la pastelería de papá, que ya pasará el aviso. ¡Hombre que el despacho oficial está para otras cosas!
El de las provincias del norte, tan agustito, como Ortega Cano. Todavía hay quien no se ha enterado de que a los habitantes de por ahí les ha tocado el cupo, que es algo parecido al cuponazo de la ONCE, pero más a lo bestia. Y estando él caliente, que se ría la gente. Sí, sí que se ría, que el que se ríe el último ríe dos veces y la vela que va por delante es la que alumbra.
Hablarán los dos cuando tengan algo que decir. Pero, eso se lo contarán personalmente, frente a frente y por separado –que “entodavía” hay categorías, al presidente de los presidentes. Mientras eso ocurre, que ocurrirá no lo duden, vamos a la cama y el último que apague la luz, que el despertador sonará a las cinco de la mañana, para levantarnos por vicio. Las risas para el ratito de asueto del fin de semana, siempre que los especímenes paniaguados del profesorado de las lenguas nacionalistas nos lo permitan hacerlo, pero en español.

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