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lunes, 16 de enero de 2017

La española que encandiló a los jeques

Mientras nosotros, aquí, hacemos acopio de carbón, fuel y alimentos por lo que pueda traernos, o llevamos, la inminente llegada de la ola de frío, que ya nos entra hasta el salón desde hace días por todas las cadenas de las teuves, nuestro Su Majestad Felipe VI se las trae y se las lleva por los orientes, que, a buen seguro, se ha topado con los Magos orientales, de regreso a sus casas. Quizá ya se haya enterado también de que el pepero, o ex, Luis Bárcenas ha admitido que en laPepé había una "cajabé", pero que sólo era una "contabilidad extra contable". Ya estamos. O sea, como cuando su despido, que decía la secretaria general -y hoy ministra de Defensa, Dolores de Cospedal-, que le pagaban una indemnización en diferido.¡Jé,jé!
Pues eso, que el Rey se fue a Arabia Saudí. A la tercera intentona llegó, sí señor, llegó. Y, pese a las polémicas que el periplo real ha suscitado, habrá tratado de conseguir para los astilleros de El Ferrol y San Fernando la construcción de cinco corbetas para los "maaraajás" saudíes, porque parece que ya no les gustan los yates; ahora, prefieren barcos más amplios y bien armados, por si las moscas, que, nunca se sabe, acaso las cargue el diablo. Y si encima logra una moratoria de diecisiete meses en las obras de construcción de las vías del AVE a La Meca, todos encantados. Como para no estarlo con los más de dos mil puestos de trabajo en los barcos y un respiro salvador a las empresas españolas que debían finalizar las obras del tren este mismo mes, pero que van de cráneo, según dicen.
Bueno, los que no están muy allá, que digamos, son los grupos pacifistas, porque estiman que esas barcas serán utilizadas en la guerra del Yemen, porque es que no son de muy fiar estos saudíes, que violan los Derechos Humanos, que están obsesionados con perseguir a los disidentes y que son muy sectarios y que no se portan nada bien con las mujeres. La verdad, no andan muy equivocados. Por eso la polémica sobre el controvertido viaje del nuestro Rey a tierras saudíes.
Ahora que en lo que a las mujeres se refiere, la que no se ha arredrado, vamos que no se ha cortado ni un pelo, ha sido la secretaria de Estado de Comercio, la española María Luisa Poncela, única mujer del séquito de Felipe VI -o se debe de decir más acertadamente, de la delegación española-, que ha asistido a varios encuentros oficiales con un vestido mini faldero, de color vino y estampados grisáceos. Así tal cual, con un par. Es que ni siquiera se cubrió la cabeza con un velo. Pues, no. Ni el velo, ni la abaya, la túnica negra que visten las mujeres del desierto y que suelen las autoridades de allí aconsejar a las mujeres extranjeras que se la pongan.
Si la polémica por el viaje era poca, se ha incrementado entre los detractores de la secretaria de Estado y los que la apoyan. Unos ven en su actitud una falta de cortesía, de saber estar, que ha malhumorado a más de uno de los dirigentes saudíes. Otros consideran que no era necesario el cambio de indumentaria, que el protocolo sólo se sigue si las extranjeras salen por la calle. O sea que como se movía en recintos cerrados los árabes no tienen nada que rascar. Aunque sí los trabajadores -más de dos mil- de  los astilleros y los empresarios de la construcción de las vías del AVE a La Meca

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