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domingo, 29 de enero de 2017

La Shoa y la paz de ETA

Era más que evidente que la comunidad judía en España le tenía ganas a laSeñáManuela y a todos los sus acólitos. Tenían los judíos una espinita clavada en el su corazón, desde que el concejal podemita Guillermo Zapata se mofaba metiendo a seis millones de ellos en el cenicero de un Seiscientos. El concejal, que según el juez, de cuyo nombre es mejor no acordarse, había hecho uso de su libertad de expresión y humor negro. Resumía de esta forma la matanza de judíos, en lo que se conoce popularmente como el Holocausto o la Shoa.
El representante de los judíos en Madrid, David Hatchwell, acusó recientemente  a la izquierda radical española de ser la que azuza y promueve en España el antisemitismo. Por si alguien se daba por aludido. Lo hizo en el acto donde se honraba a las muertos del Holocausto, donde se recordaba el setenta y dos aniversario de la matanza nazi. Seis millones de muertos, dijo el judío, entre los que se encontraba más de un millón y medio de niños.
Lo cierto es que todos recordamos la Shoa y esas escalofriantes cifras. Lo importante, ahora, es que ese discurso que pronunció Hatchwell es que lo hizo en la sede del ayuntamiento de la capital de España, el de laSeñáManuela, en presencia del concejal Mauricio Valiente y la "portavoza" municipal -musa de Luis María Ansón, canela fina- Rita Maestre, la del torso desnudo. La anciana alcaldesa, no tuvo la deferencia de asistir al acto; tampoco el concejal podemita Guillermo Zapata. Aunque me barrunto que los judíos habrían declinado asistir al ayuntamiento en caso de aparición de semejante. Al menos los hebreos pudieron soltar su zasca contra los podemitas, advirtiéndoles de que ellos no olvidan y, me da que, acaso, tampoco perdonan.
Es que lo de elZapata, como lo de elefante por cacharrería. Se creía el ignorante que por pertenecer a El Patio Maravillas se le podía permitir todo y todo el mundo tendría que reírle sus "gracietas". Pues, se equivocó el palomo, se equivocó. Que se lo vaya a contar ahora a los papás de Miriam, Desiré - catorce años cada una- y Toñi -quince años-, asesinadas hace ahora veinticinco años por Miguel Ricart y Antonio Anglés. Fue una atrocidad que hizo llorar a España, mientras Nieves Herrero nos mantenía en vilo con los programas de teuve que se montó. Sí, en efecto, fueron enterradas en el cementerio de Alcásser. Allí era a donde elZapata remitía a Irene Villa  -víctima de los asesinos etarras- a por repuestos que podría coger de las niñas asesinadas. Era su libertad de expresión, era su humor negro, el del concejal, sentenciaba el juez. ¡Ya les vale, a juez y edil!
Irene Villa perdonó al concejal, no se sentía ofendida. No se daba cuenta de que la ofensa no era sólo contra ella -el juez pensaba que sí-, sino contra todos los asesinados por la banda terrorista ETA, más de ochocientos, y contra todos sus familiares, que se pueden contar por miles, y contra toda la gente de bien. Ahora ya pueden estar todos tranquilos y descansados, por que los etarras de Herri Batasuna-Bildu, los mismos que hicieron añicos la Constitución de España en el estrado de la sede parlamentaria del Congreso de los Diputados, y que se fueron de rositas por obra y gracia del pepero Jesús Posada, acaban de presentar su Plan de Paz para las provincias vascongadas.
Su Plan de Paz lo basan estos terroristas en el fin de la dispersión de los etarras encarcelados por asesinar y en la salida las provincias del norte de las Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Y aquí paz y después gloria. Como si no hubiera pasado nada.

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