Los Reyes "envenenaos" del PSOE vasco

Ella se llama Idoia Mendía, es la jefa de laPesoé en el País Vasco, y nos ha traído un regalo de Reyes "envenenao". Pide y clama al cielo el acercamiento de los presos de ETA a las provincias vascongadas. Más clarito agua. Antes parece que decía que sí, pero que no, pero que ya veremos, pero que parece conveniente, para terminar en que sí, en que es lo que hay que hacer, que es lo mejor, que "es bueno". Pide a laPepé que haga una política penitenciaria "con altura de miras y un poco de visión". Vamos, que a poco que insista me parece a mí que pronto convence al pepero Zoido.

Para esta elementa, que pide lo mismo que los podemitas, amigos de los etarras, el acercamiento de los presos asesinos a zonas más próximas a las provincias del norte facilitaría su relación con sus familiares y con su entorno y verían la realidad que se vive hoy por allí. Toma, ya, y si los llevan a las playas de Miami también verían cómo se vive por aquel entorno. Tontería semejante no la dice ni el que asó la manteca. Podía añadir que les dieran "vacaciones" más a menudo para, en un próximo final, todos a la calle, que dentro estorban. Para la socialista, que parece estar en el lugar equivocado en el tiempo equivocado, lo importante no es el desarme de los terroristas, lo perentorio es que ETA desaparezca como organización.

No hay duda de que esta pesoísta tiene un verdadero desarreglo mental, aunque totalmente partidista, pese a la anormalidad. Para Idoia, sin lugar a dudas, lo primero que hay que hacer es acercar a los presos asesinos etarras al País Vasco, con lo cual se les facilitaría la existencia al poder tener mejores contactos con sus familiares y su entorno, etarra. Pero se olvida la socialista de las víctimas, que qué más quisieran ellas tener que viajar para ver a sus familiares, pero, claro, vivos; así y todo, a muchas les toca el peregrinaje, tan sólo para poder ver las tumbas de sus muertos y colocarles un ramo de flores. Y llorar.

Ni tan siquiera aboga la socialista por el arrepentimiento de los etarras encarcelados por el daño que han hecho, ni tan siquiera insinúa que pidan perdón a las víctimas, ni tan siquiera que resarzan a las víctimas y, ni mucho menos, que colaboren con la Justicia para esclarecer los más de trescientos asesinatos de los que aún falta por conocer su autoría. Pero, no, lo importante para esta socialista es acercar a los presos asesinos al País Vasco. Y, miren, qué quieren que les diga, me parece una indecencia por parte de la socialista y de su partido, si es que la apoya.

Precisamente hoy, seis de enero, se cumplen treinta y ocho años del atentado conocido como el de "los novios de Cádiz". El guardia civil Antonio Ramírez, de veinticuatro años de edad, y su novia Hortensia González, de tan sólo veinte, fueron asesinados en Beasain (Guipúzcoa). Al hacer un stop con el vehículo en que viajaban fueron atacados por etarras. Él recibió ocho balazos y ella diez. El coche, dicen, parecía un colador. El cuerpo de Antonio cayó sobre la bocina que estuvo tocando más de veinte minutos, porque nadie los socorrió durante ese tiempo. Se iban a casar. El caso prescribió. No estaría de más de Idoia pidiera a los etarras -con el mismo entusiasmo que pide su acercamiento- que dejen de encubrir a los asesinos. Y así hasta trescientas muertes más. De eso, hay que insistir, Idoia ni palabra.

Hace muy pocos días, el 21 de diciembre, el asesino etarra Javier Balerdid -mató a cinco personas- salía de prisión, ya libre de toda culpa. Recibió un homenaje multitudinario en San Sebastián. Solo el Colectivo de Víctimas del Terrorismo del País Vasco (COVITE) ha denunciado el hecho. Ningún organismo o institución oficial hizo nada por impedirlo. Y esto, como bien dice la presidenta de las víctimas, Consuelo Ordóñez, es "sangrante", es "una vergüenza lo que está pasando", porque esto "es enaltecimiento puro y duro y humillación de las víctimas". A esto, la responsable de  los socialistas vascos, Idoia Mendía, a las evidencias nos remitimos, no tiene nada que decir. Acercar a los presos asesinos a su tierra, lo único importante