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lunes, 6 de febrero de 2017

Arturo Mas, como pilatos

Vamos a ver si nos entendemos, porque en esto del juicio a los delincuentes golpistas catalanes hay algunas cositas que dilucidar. Que es que el Tribunal estuvo esperando más de cuarenta y cinco minutos a que el ciudadano Arturo Mas se decidiera a entrar en la sala de la redención. Fueron corteses los jueces, sí señor, hay que reconocerlo; espero y confío en que si algún día me toca a mí, sus señorías tengan la misma o similar deferencia, es decir, que no cierren la sala, lo que se entiende más vulgarmente por dar con la puerta en la narices, y no me declaren prófugo, y sólo porque me cogió un atasco.
Claro, con tanta compañía y tanto parabién se entiende que el golpista Mas se entretuviera en el bar con los churros y las porras y un carajillo pequeño. La Justicia puede esperar, que los jueces se lo tomen con tila y, si no, dos tazas. O sea que dicen que la compaña era de unas cuarenta mil personas, eso según los datos de la poli municipal, así y todo unas diez mil menos de las que se esperaban. Eso que se ahorró el golpista en desayunos, que para aparentar ya eran suficientes. Pero, los de la Asociación Civil Catalana (ACC), los buenos, que son muy minuciosos ellos, por todo lo que han tenido que pasar, calculando cubicajes, metros, personas, etc, etc, y otro etc. más, el gentío no llegaba a los dieciséis mil hijos de San Luis o de quien lo fueran. Menos que en una romería de pueblo acompañando al Cristo.
Eso sí, menos de los esperados, pero macarrillas igualmente que si hubieran estado cuarenta mil. Estos elementos que no hacen otra cosa que pensar en él y levantar los palos, amenazantes, todo lo desarrollan en grupo, como elefantes por cacharrería, como los podemitas, para amedrentar a los juzgadores, coaccionarlos y acojonarlos. ¡Pero, quiá! Vistas las cosas, sólo le faltó al presidente del Alto tribunal catalán asomarse a la ventana para decirles que tranquilos, que aquí no "pasaná". Aunque, cualquiera, con la pitada que le soltaron a la bandera de España allí colocada en el balcón principal. ¡Cuánto le gusta a esta gente lo de pitar! Con el suyo, que con la temporera que estamos pasando a ver quién se atreve, si no son estos macarras, a sacarla a pasear al aire. Si es que son hasta algo tontines, dicho sea con cariño.
Y no me explico cómo el presidente del Tribunal no expulsó de la Sala al reo. Con la euforia de verse arropado por la compaña que pasaba por allí de procesión, el golpista Mas se le enjaretó a los de la toga y aprovechó para soltar un mitin, que hace tiempo que no lo hace, porque nadie lo quiere escuchar, ni el propio Puigidemón, el hijo del pastelero. Y va y le suelta a los allí presentes que el responsable de todo lo del 9N es él, el mismo que viste y calza; pero, ojito, con una puntualización, que fueron los voluntarios civiles los que lo hicieron todo. Coño, el hombre, como el perro del hortelano, porque eso sólo lo dice un buen émulo del "animalico". Miren, si yo fuera uno de esos cuarenta y pico mil voluntarios, le haría que se comiera una urna de las de cartón. Encima, ni agradecidos ni "pagaos". Ahí lo tienen, báilenlo, el valiente.
Ya lo estábamos viendo venir, la "flojalina" comienza a vislumbrarse. Porque es que nadie le dijo qué consecuencias le podría acarrear el no obedecer la sentencia del Tribunal Constitucional para que no se celebrara el referéndum del 9N. Y ese gobernó una de las comunidades más potentes del país. Ya ven, con todos los asesores del mundo a su alcance, nadie le informó. Además de tonto -iba a escribir gilipollas, pero no-, bobo del serete. No se crean que se lo hace, no.
Habrá que esperar a mañana, a ver qué nos depara la segunda sesión, sin tanto macarra a la puerta, con la soledad del juzgado, del procesado, del malhechor, del golpista. Acaso caiga por allí elBailón de laPesoé de la región, elIceta, que no ve a Mas como a un delincuente, lo que tampoco puede causar extrañeza cuando ni él mismo se ve fondón. Y la evidencia es la evidencia, y a otra cosa mariposa.

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