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domingo, 5 de febrero de 2017

Goya estaba tomando cañas

Nada, nada, hay que rendirse a la evidencia. El espectáculo de la entrega de los Premios Goya ha decaído. Era más divertido antes, cuando los del cine la armaban. Era pura actuación, en el fondo, pero en la forma nos divertían; luego, teníamos días de gloria criticando a los otros lo que los unos habían criticado a los políticos, principalmente. Hasta los regidores de la Cultura dejaron de asistir al acto ¡Anda, y que los zurzan! Eso solían decir los unos de los otros, para que los otros se enteraran de lo que opinaban los unos de los otros, y viceversa.
En la última entrega, hasta el ministro de las Educaciones y Culturas, y portavoz del Gobierno de España, estaba tan "tranqui", y se lo pasó chupi, concediendo sonrisas a diestra y siniestra. Es que ni la jefa de la Academia del Cine, una tal Yvone Blake le tiró una mala indirecta; aunque, habría dado lo mismo porque a la encantadora señora modista no se le entendía ni "pápa", y eso que lleva más de cuarenta años en España. Casi, casi que como a los chinos que asisten a las clases de las nuestras universidades.
Alguno de los pocos que hizo amago de algo, pero para mí que sin convencimiento suficiente, fue uno de los académicos vicepresidente. Que si pocas subvenciones, que si mucho IVA, que si crean puestos de trabajo. Coño, claro, así yo también que quiero poner un periódico como los barquitos de papel y nadie me da nada, y eso que crearía puestos de trabajo. Hombre habría tenido una marcha relevante, mayor eco social, si los de la Academia, por una vez, con un atisbo de originalidad, hubieran propuesto, incluso exigido, a los políticos que llegaran a un Pacto de Estado en Educación, sin pedir sólo para ellos, que lo demás ya vendría rodado. Menudo "flás". Seguro que el ministro del ramo allí presente habría dejado de regalar sonrisas, aunque el petimetre podemita del frac -que acudió con ese disfraz por respeto- no se habría enterado.
De todas formas, sí que nos enteraron de que sólo el ocho por ciento de los actores que en España hay podía vivir de su trabajo, del de actor, se entiende. ¡Qué le vamos a hacer! Ya nos gustaría que de ellos pudiera vivir el cien por cien. Pero, no es el único sector que anda de capa caída. También el de los "plumillas" anda por esos derroteros, y sin que nadie los saque en la teuve. Vendrán tiempos mejores. O no.
Desde luego, una de las protagonistas de la noche madrileña fue la polifacética Ana Belén, premio Goya de honor. Reivindicó el papel de las mujeres en el mundo del cine español, que parece que hay pocas y mal pagadas; lo de mal avenidas, lo ignoro, y tampoco me preocupa mucho. Y van y le aplauden los que en la práctica son los culpables de esa situación. Ahora que vaya desliz el de la agraciada Ana. ¡Ay, Ana, ay! Si ve el vídeo de la gala, que lo hará, se le sonrosarán las mejillas cuando se oiga decir, dirigiéndose a su marido, Víctor Manuel, que sin él la vida "podría haber sido infinitamente peor". Menudo zasca. Bueno, allá ellos. Acaso, un desliz involuntario.
Otra de las protagonistas, por su cara dura, fue Silvia Pérez Cruz, premio a la mejor canción original. Se puso a cantar a capela -no se crean que de manera improvisada, eso estaba previsto- la canción podemita. Miren, que estos tontos pueden ser, pero listos como el hambre. Y, luego, van los de la teuveuno y la sacan en TeleDiario de las tres, en su parte más podemita. ¡Olé Mánu, cómo dominas, cómo controlas! Claro que por los amigos, lo que haga falta.
Y poco más. Los premiados y asistentes muy guapos todos, incluso "Jota", cuya peli se llevó un montón de galardones. ¡Vaya noche de nervios que pasó el hombre, junto a su hermano! Y Dani Rovira, que nifúnifánicafetera. Estuvo más divertido en las películas de los apellidos. Eso sí, menudo besazo se ganó en todos los morros del rudo pescador. Es que lo quiere. Podía haber terminado la gala deseándoles Rovira a todos mierda. Al fin y al cabo muchos de ellos también lo son actores de teatro. Pero, "quitapallá", a lo peor alguno se ofendía.

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