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sábado, 4 de febrero de 2017

El hombre que nunca estuvo allí

Ya se necesita tener mala entraña. Ya saben lo del funcionario de la Diputación de Valencia. Lo hacían ir todos los días a fichar a primera hora de la mañana, a las 07:30 horas y volver a las 15:30 horas a implantar su huella digital. Era para que se plasmaran su horas de entrada y de salida. La justificación tenía que estar. Así lo tuvieron durante diez años , día tras día de su jornada laboral. No cabe pensar otra cosa que no sea la pura envidia de jefes y compañeros, porque, ya que no iba a estar, por lo menos que no lo hicieran madrugar.

Estaba visto que el asunto terminaría así, o, al menos, comenzaría a terminar de esa manera, apartando al funcionario Carlos Recio de su puesto de trabajo e iniciar una investigación. Ya les digo, muy mala entraña, o muy mala leche. Alguien ya ocupará, mientras tanto, la dirección que él mantenía desde hacía mas de diez años en el Archivo General y Fotográfico de la Diputación valenciana. Alguien se ocupará de ingresar los cincuenta mil euros al año que durante diez años se venía embuchando elRecio.
Ahí estaba el meollo del asunto, la pasta. Quinientos mil euros que se ha trajinado el pavo por ir a fichar a su puesto de trabajo dos veces al día. La jornada laboral se la pasaba creando, pero fuera de la Diputación, que ese no es lugar de inspiración para nadie y menos para un genio. Era un artista, desde luego, y de ahí también las envidias. "El hombre que nunca estuvo allí", así lo conocían sus compañeros y sus jefes, que, aunque nunca lo veían, parecía que en realidad sí existía, pues no perdía la reunión de negociación de las vacaciones. ¡Hasta ahí podríamos llegar" Dejarse quitar la prioridad de elegir las fechas del merecido descanso. Tenía que regentar un chiringuito gay en su propia casa: "abanderados chicos. Verdadero relax en la mejor compañía". Y, luego lo de los cómics, que tenía dos por falta de uno, y eróticos ambos: Fallerela y Españísima.
Así sí se entiende que no tuviera tiempo de ir al trabajo o, más bien, de pisar por el sitio, sólo por lo del fichaje de entrada y salida. Y como era "El hombre que nunca estuvo allí", es decir el hombre invisible, de esa guisa se pasó diez años, diez, sin que nadie lo viera -ni jefes ni compañeros- y denunciara al promotor erótico de prostíbulo y editor de publicaciones.
Al menos, el que sí arriesgó fue el caradura inquilino de hoteles en Barcelona. Se ha pasado unos meses viviendo como uno de esos de Arabia Saudí, "atótren" dejando una deuda de más de veinte mil euros. Cuando se cansaba de una suite de un hotel de los de muchas estrellas, se marchaba para otra de la competencia. Este cayó en desgracia -vamos, que lo trincaron- y ya está en el trullo, como debe ser. Sin embargo, al funcionario se la refanfinflan. elRecio está apartado del servicio, pero sigue recibiendo su nómina mensual, no tiene que ir ni a fichar. Cuando quieran resolver, ya se habrá "jubilao". Para entonces, que le quiten lo "bailao". 
Es que esto de la nuestra España no tiene remedio, o difícil lo veo. La nuestra picaresca es eso, picaresca. Y así hay que tomársela, o no. Como es el caso del exdirector general de la Guardia Civil, Arsenio Fernández de Mesa, que se va a ganar más de ciento setenta y cinco mil euros al año como consejero de Red Eléctrica. Para los podemitas eso es lo de las "puertas giratorias". Pero, déjense de gilipolleces, eso es una verdadera inmoralidad y tan cara dura o más que la del funcionario elRecio. Hombre, aparte de producir envidia, cabrea. Sobre todo cuando los demás sólo aspiramos a que nos pongan un tren, pero a su hora, y pagando el billete, claro, lo que tampoco es mucho pedir. Oigan, para poder ir a trabajar.

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