La pantomima del desarme etarra

No nos vengan ahora con cuentos, preparando el camino, que aquí no  cabe más que el desarme de los terroristas etarras y la disolución de la banda criminal. Y déjense de pachangas, que esto no es la guerra de Gila, que es que parece como si lo fuera. Llegan y van y cogen y dicen que el día ocho de abril concluirá su desarme definitivo. No sé ni cuántas armas puede tener esta gentuza, pero parece que un arsenal bien nutrido. Porque, entre los zulos que les han encontrado, las armas que dicen que ya se han deshecho de ellas y las que faltan por venir, como para pertrechar a todo un ejército.

El portavoz del Gobierno de España, el ministro de las Culturas, ya ha manifestado que lo que tienen que hacer los terroristas es lo que a todos nos parece lo normal: desaparecer y, con la disolución de mafia asesina, todo su armamento. Pero el ministro no dijo más, se paró ahí: después ya se verá. Y de eso nada. Los terroristas que cumplan las sentencias -y a poder ser en su integridad-, que se aclaren los trescientos asesinatos, de los que todavía no se conoce su autoría y, también, al trullo. Eso es todo lo que hay que ver, señor ministro.

Y que el presidente de los vascos, Urcullu, se deje en paz de zarandajas y de pedir compresión a los gobiernos de Francia y de España. Más le valía tener comprensión él para con las víctimas, cerca de mil, entre las que se encontraban muchos niños, a los que en un estudio encargado por el Gobierno vasco, se les considera víctimas colaterales. Una manera de minimizar la gravedad. Pero con la vida no se juega.

Los podemitas, y Pablo Manuel en particular, tan contentos. A ver si con esto ya se caen todas las cerraduras y se abren las rejas para que los asesinos campen a sus anchas. Pero, no. Si hay memoria histórica para unas cosas, es lógico que las haya para otras, más cercanas aún en el tiempo. Los amigos de Pablo Manuel y de elGordo, Otejjji, tienen que cumplir su tiempo, entregando o no las armas, y dejarse de espectáculos como el que preparan, otra pantomima.

Y de los terroristas a los golpistas. O acaso sean lo mismo: mujodido tiene que estar el fiscal general de Cataluña para haberse decidido a poner un recurso ante el Tribunal Supremo para que al catalufo Mas y las dos "golfantas" de la compaña sean condenados a más pena que la de dos años de inhabilitación; quiere que los condenen también por prevaricación. Ya les vale a los del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) la sentencia a la que sentenciaron al golpista. Que es que el fiscal suspiraba, eso dicen, por los diez años de inhabilitación, y van y se la plantan. Y después de este tiempo es que está barruntando el ministerio público, que, por si acaso, es mejor recurrir.

Puede que el Supremo, que juzgó al chulo catalufo Homs por lo mismo que a su exjefe Arturo, no sea tan plácido como el tribunal de Cataluña y le aseste un golpe duro de digerir a ese que no tiene ni media oblea bendita. El recurso es la manera de que el fiscal del tribunal catalán salve el rostro, que todavía lo tiene rojo, o como se decía antes "colorao" del bochorno. Es una manera de cazar dos pájaros de un tiro, dicho todo ello en sentido figurado, y con perro de rabo entero: si el Supremo sentencia más años de inhabilitación para el chulo Homns, él ya ha recurrido, y lo lógico es que se le ponga la misma pena a Arturo y a las dos golfantas; si el Supremo dicta la misma sentencia que el tribunal catalán, miren, todos por el mismo rasero; si fuera menos tiempo el de la inhabilitación -menudo chasco, pero no improbable- él ya ha hecho lo que tenía que hacer, y que sea el fiscal del Supremo el que recurra.

Lo más fastidioso del asunto es que no se haya juzgado tanto en el Supremo como en el tribunal catalán a estos golfos catalufos golpistas por malversación de dinero público. Si es que era el propio fiscal de Cataluña el que decía que eso no tocaba. Pues, coño, es que se ha perdido la oportunidad de poder aprovechar las obras realizadas para lo que se supone será el nuevo destino de Urdangarín. Cada uno, eso sí, por su tema, y cada cual en su celda.