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viernes, 7 de abril de 2017

El Estado de Derecho y la impunidad



Por si fuera poco escarnio el que hacen continuamente los asesinos etarras a las víctimas, principalmente, y a la sociedad, en general, nos dicen estos despreciables seres que ya están desarmados, que las armas están en manos de la sociedad civil. En un comunicado emitido anoche, los terroristas escriben eso, lo que, disculpen las entendederas, no sabemos si en Francia o en España está esa sociedad civil; aunque, como afirman que mataron por el “pueblo vasco”, se sobreentiende que es el “pueblo vasco”  el que está en posesión de esas armas, que es a ese pueblo al que se las han entregado. Ya veremos mañana. Todavía no se ha bajado el telón.

Los asesinos, en su afán por cobrar protagonismo, avanzaron ese comunicado en vísperas de lo que, ellos dicen, será la entrega definitiva de las armas; por supuesto, de las que ellos quieran entregar. Desde el anuncio hasta que se produzca esa entrega, los terroristas han tratado de negociar con el Gobierno francés una impunidad para los que protagonicen el acto, o lo que sea que tengan previsto hacer. Francia ya les ha dicho que no hay acuerdos, por lo tanto se supone que con el Gobierno de España ni lo han intentado; pero, en cualquier caso –también se supone- les habría cerrado todas las puertas.

Estos asesinos de más de ochocientas personas –entre las que se encuentran también niños, víctimas colaterales, que dice el Gobierno de Urcullu- dan las gracias a todos los grupos políticos y colectivos que los entienden y agradecen la posición de las instituciones vascas. Y no es para menos, tras la firma del manifiesto, días atrás de los partidos políticos, incluido el de los podemitas y, sorprendentemente, el Partido Socialista, cuyo representantre aceptó fotografiarse con el terrorista Otejjji. Menos mal a que los de laPepé y los de la Unión del Pueblo Navarro no formaron parte de la cohorte del etarra elGordo.

Lo que no han plasmado los terroristas en su comunicado es una petición de perdón a las víctimas, ni han mostrado su arrepentimiento, ni mucho menos muestran su voluntad de colaborar con la Justicia para esclarecer más de trescientos asesinatos, cuyos autores continúan impunes. De todas formas tampoco se lo exigieron los partidos políticos firmantes del “manifiesto de la vergüenza”. Es más, estos asesinos tratan de equiparar a las víctimas con los verdugos, lo que vienen haciendo desde siempre. Y aún hay quien los cree. Nada dicen de su disolución como banda armada, mafiosa y terrorista. Osados como son, porque se les ha permitido, avisan de que “nada ha terminado”, porque pueden sufrir ataques de “los enemigos de la paz”. O sea, todos los que no estamos con ellos, somos los enemigos de la paz. Claro, aquí los únicos “artesanos de la paz” son los impresentables llamados “verificadores” internacionales, algunos de ellos a sueldo de la banda terrorista, y ellos, los terroristas.

Hacen bien las víctimas en exigir al Gobierno de España, en primer lugar, y a todos los partidos del expectro político, en general, y por ende a la administración de Justicia, que se aplique la Ley de manera “estricta”, que el hecho de la pantomima del desarme de ETA no sea motivo para que se produzca “impunidad”. El Estado de Derecho debe primar por encima de cualquier otra consideración. Tiempo tendremos de comprobar si la impunidad se impone a la Ley.

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