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miércoles, 12 de abril de 2017

La Iglesia, en la pantomima etarra

De la payasada del sábado de la banda terrorista y asesina etarra, no está todo dicho. Además de la mentirosa entrega del arsenal de los asesinos, de los que no se puede esperar otra cosa, están los cara duras observadores internacionales, los políticos vascos que se dieron cita en Bayona y la Iglesia dividida. Y por supuesto, las víctimas de los terroristas, sin duda los más perjudicados por el acto miserable y por el dolor que han tenido que sufrir cientos de familias tras las muertes de sus seres queridos y los traumas que muchos de los supervivientes han tenido -y tienen- que pasar incontables veces ante la incomprensión de muchos indeseables.
Claro y evidente, tras el recuento del armamento del que más que entregar se desembarazaron los terroristas, las cifras no cuadran. Engañan los etarras -al menos lo intentan, por si cuela-, y a cambio piden, el acercamiento de los presos etarras a las provincias del norte, exigen poner en libertad a los presos asesinos enfermos y la expulsión de "su territorio" de la Guardia Civil y la Policía Nacional. No esperó a más el etarra Otejjji para hacerlo público el mismo día de la pantomima de Bayona. Así que lo tengamos claro, que si los catalufos están haciendo de las suyas, ni nos imaginamos lo que nos espera con estos terroristas. Todo a cambio de nada.
Pero, no sólo con ellos, sino con los que los apoyan, los firmantes del "manifiesto de la vergüenza", entre los que se encontraban los de laPesoé, que así les va. Y los podemitas, que tienen más memoria histórica de lo ocurrido hace más de ochenta años, que de lo que ha pasado no hace ni un lustro. Se acuerdan de los verdugos, los asesinos etarras, a los que disculpan y comprenden, mientras desprecian a las víctimas. Esa es la norma impuesta por Pablo Manué. El mismo que se niega a firmar el Pacto de Estado Antiyihadista, lo que equivale a apoyar a los terroristas islámicos que cada vez con más frecuencia, en los lugares más inesperados y utilizando cualquier argucia, comienzan a sembrar el pánico en Europa. Ayer fue el autobús de un equipo de fútbol en Alemania, donde pudieron morir todos sus integrantes; mañana, las bombas pueden estar colocadas en cualquier otro lugar, donde nadie estará a salvo, incluso los podemitas de Pablo Manué.
No se entiende la postura de elBarredor, y mucho menos la del Gobierno de España permitiendo que esta formación política esté presente en el Pacto como mero observador. Como tampoco se entiende que la podemita presidenta del Parlamento navarro, la exsocialista y exugetista, Ainoa Aznárez -ejemplo de podemización socialista- asistiera en Bayona a la pantomima etarra y luego conversara, como si nada hubiera pasado, con el etarra José Zabarte, más conocido como "el carnicero de Mondragón", otro de los sanguinarios de ETA, autor de diecisiete muertes. Este desalmado es el que dice no arrepentirse de nada, "porque no he asesinado, he ejecutado". Entre  las víctimas una niña de trece años, o un simple daño colateral que dirían en el gobierno de Urcullu.
Y luego está lo de la Iglesia. La presencia, también en Bayona, del arzobispo de Bolonia, Mateo Zuppi, como integrante de los "artesanos de la paz", a los que paga la banda mafiosa etarra. El Colectivo de Víctimas del Terrorismo (COVITE) ha hecho bien en expresar su repulsa ante el Vaticano, por ver si el Santo Padre toma cartas en el asunto; pero, claro, en favor de las víctimas, se supone. Y si indignados están los de COVITE, cabreados lo son los obispos del País Vasco, que se quedaron sorprendidos por la presencia del de Bolonia. El obispo de San Sebastián, Ignacio Munilla, se ha apresurado a aclarar que la presencia de  Zuppi era "por su cuenta y riesgo" y el de Vitoria, Carlos Elizalde, ha manifestado que apoya "todas las mediaciones eclesiales" por la paz. Así sea, amén.
Más claro, ya no se puede. La curia vasca está más que dividida, no se pone de acuerdo, como los de laPesoé, que aquí dicen una cosa y allí la otra. Pero, lo que se desprende es que al de Bolonia le da igual que le da lo mismo lo que opinen los obispos de las provincias del norte, como lo que diga el Vaticano. A no ser que todo esto formara parte del guión. A ver.

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