Los cortes de manga se los
llevaron el sábado los de la directiva del Atlético
de Madrid, los del equipo colchonero, que contenta tienen a la afición. Ni
consultaron a la hinchada el nombre del nuevo campo de fútbol, ni supieron qué
hacer para ganar laLiga. Vamos, que
todo un despropósito, que culminaron con la cesión del Vicente Calderón para la celebración de la final de la Copa del Rey. Pues se jorobaron, porque
no se llenó el estadio y las ganancias fueron menos; eso les pasa por avaros y malas
personas. De que el equipo de elNiño
no gane ni una este año no tiene la culpa el Real Madrid. A quien hay que pedirle cuentas claras es al
entrenador. ElCholo es elCholo y,
como argentino que es, un comediante, un actor. Coño, como elPapa.
Lo que no sabemos es si elCholo
cree o no en Dios –como el Santo Padre-. Ahora, que falta le hace.
A ver si con fe, esperanza, un poco de estrategia y suerte -que lo cojan “confesao”-,
consiguen algo la próxima temporada. Pero de que no ganen nada tampoco tenemos
que ver en ello los españoles. Hasta tal punto de “enrabietamiento” llegan los
directivos colchoneros que permitieron que los pitidos de las hinchadas del Barcelona y del Alavés taparan los sones del Himno
Nacional de España, por encima del sistema de megafonía. Ya se necesita
mala leche por parte de los del Atlético.
Pura envidia de tiñosos porque el Real Madrid es el campeón de laLiga y
finalista de la Champions.
“Deseandico” están que no la gane el Real;
pero, bueno, al menos están en la final, lo que nos alegra a todos los
españoles, menos a la directiva y a algunos descerebrados seguidores del
Atlético y, por supuesto, del equipo catalufo, el Barcelona.
Ya les digo, los del Barcelona de
Luis Enrique -¡lagarto, lagarto!-, y
también ayer los del Alavés, se lo pasan chupi pitando nuestro Himno Nacional y
a nuestro Rey. Si no les gusta esa competición que no se apunten, coño. No se
entiende que luego vayan al campo de fútbol y piten al Rey y piten al Himno de
España. Si no están de acuerdo con el Monarca
y con el Himno, que saben que el primero va a asistir porque es la final del
trofeo que lleva su nombre y que el Himno va a asonar, porque es el de España,
lo más lógico, lo más coherente es que no se apunten. Es como decir que tienen
mamá y que saben quién es y luego se cagan en la madre que los parió. Lo mismo.
Pues, eso.
Hay que ver. Encima colocan al
Rey entre dos ladrones. De un lado, el golpista confeso elPuigidemón -el hijo del pastelero- y del otro a Urcullu, que tendrá papá, y con intenciones
de lo mismo que el anterior. Ambos quieren robarle parte del territorio de la Corona a Felipe VI. Y este les sonríe beatíficamente, porque sabe que detrás
del uno está el abad de Monserrá y
detrás del otro los gudaris, Y otros que tal bailan. Y ambos sacaron ayer a sus
huestes a ladrar. El uno a los catalufos y delincuentes; el otro, a maleducados,
paletos, sinvergüenzas podemitas y proetarras. ¡Al bote al bote, gilipollas quien no bote!
Lo curioso es que luego se
alegran de participar y de ganar el trofeo –el que lo ganó- y lo recogen de
manos de su Majestad y, entonces,
les aplauden. Ya se necesita ser tontos. Y luego va elPuigidemón y se cabrea
porque los polis requisaron algunas estrelladas, la bandera de los sediciosos.
Y dice que va a exigir responsabilidades, sin aclarar con qué leyes, si las de
aquí o las suyas de allí. Ya se necesita ser mequetrefe. Está preparando un Golpe de Estado y quiere vengarse de
España obligando a España a cumplir la Ley;
pero, si se pita al Rey o al Himno español, esas son menudencias. El que es
payaso lo es desde que nace hasta que muere. ¡Será payaso, el tío!
Estaba enfadado elPuigidemón
porque en los momentos en que sus catalufos pitaban a España, el equipo de baloncesto
de su República quedaba eliminado, y
poco consuelo lo es para él el ganar la Copa del Rey cuando su República no ha
ganado laLiga y también fue eliminada de la Champios y, ahora, esto. Así que ya
pueden ondear sus estrelladas, porque, quizá, el año que viene ya no tengan
ocasión de participar en ninguna de estas competiciones y sí vérselas con el Llobregá o el Velviche. Pese a lo tonto que es, Luis Enrique ha preferido marcharse
para no ver penas, huir de la quema. Que no se enteran.
Y que sepan los gilipollas
vociferantes y “pitantes” que no ofende quien quiere, sino quien puede. Hasta ya
hay quien utiliza su bandera, ya ven, la de ellos, la estrellada, como felpudo,
a diario, como el golfista Castaño;
otros, ni nos molestamos en comprarla.
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