Está bien. Ya va siendo hora de
que los países árabes arrinconen a los terroristas y a quienes les ayudan. Lo
que hace falta es que Qatar, nido y
refugio de terroristas de los del todo por “Alá es grande”, quede totalmente aislado por todos sus flancos. Así
será si Arabia Saudí, Egipto, Barhein, Estados Árabes Unidos (EAU) y Yemen llevan a la
práctica, y de manera real, el corte
total de sus relaciones, no sólo diplomáticas, sino de toda índole, con los Cataríes por su apoyo incondicional a
los terroristas; también, y como contrapartida directa, alcanzarían estos
países mayor estabilidad en sus propios estados, que falta les hace. Un cierre
de fronteras total -por tierra, mar y aire- supondría un duro golpe a los
terroristas.
Quejarse del terrorismo y
condenar los atentados no es ya suficiente. El mundo árabe tiene que dar más
que una prueba efectiva, y si quieren también, efectista, pero de la que se
puedan obtener resultados que eviten la barbaridad de tantas muertes. La
coordinación con el mundo Occidental
es también necesaria, y que policías y servicios de Inteligencia trabajen en
conjunto y coordinados. Pero, con confianza los unos en los otros. Es esencial lo
uno y lo otro para terminar con esta lacra terrorista de los fanáticos
yihadistas.
Tras el último atentado de Londres -siete muertes, medio centenar
de heridos, de los que veintiuno están en estado crítico- ya no se puede
mantener posturas escandalosamente buenistas. De hecho, la primera ministra
británica ha reconocido que se trata con demasiada “blandura” a los extremistas
y ha anunciado un endurecimiento de penas y más y mejores medios para que la
policía pueda combatir mejor y de manera más efectiva a los terroristas de la
yihad. Bien es cierto que estas medidas de endurecimiento las anuncia la
premier británica en plena campaña electoral, pero, si algo se consigue, mejor
que mejor; luego, que los británicos voten, y que los terroristas no les
amarguen la fiesta.
Por cierto, y en referencia al
atentado último en Londres –ya reivindicado por los de “Alá es grande”- menudo comportamiento el del joven español que se
enfrentó a “peto”, monopatín en mano, a los terroristas para defender a una
mujer que estaba siendo atacada por los yihadistas. De momento, se desconoce el
paradero de Ignacio Echevarría; afortunadamente, no se
encuentra entre los fallecidos. La última vez que sus amigos lo avistaron
estaba tendido en el suelo. También lo fue la de otro español que impidió que
uno de los asesinos entrara en su bar. Su acción enfrentándose al terrorista
evitó, sin duda, un mayor número de víctimas.
Estos, y otros héroes anónimos,
que se jugaron la vida por personas a las que ni tan siquiera conocían, merecen
el respeto, la admiración y el agradecimiento de todos, porque a todos nos han
salvado de esos criminales. Aunque, parece que aquí, en España, a los podemitas se la suda eso del terrorismo; es como si
no fuera asunto suyo condenar a los delincuentes; tampoco han condenado nunca a
ETA. Ya va para tres días desde la
acción terrorista en Londres y ninguno de los dirigentes de este partido –ElPabloManué, elChúpamelamingaDominga, elSieteMesino,
elRatadelMedro de Madrid- se han dignado en aborrecer a
los criminales y condenar el terrorismo. Una vez más, no es de extrañar, porque
ni tan siquiera han querido formar parte del Pacto de Estado Antiyihadista.
A día de hoy, una de las mayores
preocupaciones –cada hora es una chorrada- es averiguar el por qué la gente no
quiere a su líder, elPabloManué, el líder político peor valorado por los
españoles, incluso por debajo del presidente del Gobierno, con la que le está cayendo encima. A todo ello, se le
arrima a los podemitas, así lo dicen las últimas encuestas, la pérdida de un
millón de votos, que se trasvasarían a laPesoé.
¡Cómo se estarán viendo que hasta quieren que laSeñáManuela repita en Madrid!
Es la consecuencia, consecuente, de todo ello: arrieros somos y en el camino nos
veremos.
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