O sea que de la pasta que le
dimos todos los contribuyentes a la banca para que resurgiera de sus cenizas durante
la crisis económica hemos recuperado alrededor de cuatro mil millones. No está
mal la cifra para pasar un buen día. Lo pistonudo es que por el camino se nos
quedan unos sesentamilmillonessesentamil, y eso sólo hasta el año 2015; es
decir que todavía estamos pendientes se saber el resultado final, a falta de
dos años. Con lo cual, es fácilmente deducible que esos cuatro mil millones
recuperados sean pura entelequia, porque lo más fácil es que estén ya gastados,
o desaparecidos. Para que nos entendamos mejor, lo que hemos prestado sin
intereses a los bancos puede llegar a los setenta mil millones de euros. Quizá
algún día lo sabremos o quizá nos lo cuenten dentro de otros quince o veinte
años.
Joér, se supone que los que
prestan el dinero al personal son los bancos y no los contribuyentes a los
bancos. Para más inri, nosotros se lo damos –no prestamos- porque sí y ellos nos
prestan nuestros propios dineros con intereses y nos cobran por todos sus
servicios, hasta por tener abierta una cuenta corriente con ingresos miserables,
que desaparecen todos los meses, para pagar los recibos de la luz, del agua, de
la basura, del wifi, recibos que se tienen que librar al mes y que, en muchas
ocasiones, supone todo un calvario su pago. Encima, ya digo, van y vienen y nos
cobran por todo. Nosotros somos tan buenistas prestamistas que antes le hemos dado toda la pasta por su gracia.
Pero, claro, aquí hay algo más
que todavía no se ha dilucidado. Aquí hay una responsabilidad política, por la
que nadie ha pagado y, a lo que se ve, nadie va a hacerlo. Por un lado, los
políticos responsables, entre ellos el expresidente elCetapé –que se enteró por los periódicos de que nos adentrábamos
en una crisis, o lo que es lo mismo que llegaba la primavera y nadie de los que
tenían la obligación sabía cómo había sido. Para más coña, en el reciente
informe del Banco de España sobre el
“luctuoso evento” para el contribuyente tratan de justificar los técnicos esta
pérdida de sesenta mil millones aduciendo que el vigilante –es decir, el Banco
de todos los bancos- no contaba con los utensilios materiales necesarios y
precisos para poder trabajar y prever tamaña hecatombe pecuniaria para el
bolsillo de los habitantes de este país, de momento llamado España. A propósito, después del Congreso de laPesoé ya nos enteraremos de si esa España es tal o como decidan elPedroQué y su amigo elBaileón catalán.
Y a lo que íbamos, y que nos
tranquiliza -ya lo creo, dormiremos más tranquilos, acaso sí o acaso no-, que,
como buenos samaritanos, podemos estar satisfechos de que con el dinero de los
contribuyentes –por si alguien todavía lo duda, el nuestro- se ha contribuido a
salvar el sistema bancario español. Eso dicen los técnicos del Banco de España,
y eso opinan los responsables políticos. Así que, aquí paz y después gloria.
Pero, oigan, que toda paciencia
tiene un límite, como para que ahora nos venga un deportista que se ha hecho
millonario por pasarse toda su vida corriendo detrás de una pelota por un campo
verde bien cuidado y nos diga que se quiere marchar de España –él es portugués-
porque total se olvidó de pagar unos cuantos milloncejos de euros en impuestos.
Por mí como si se va a la playa, pero que antes pague todo lo que debe. Pero,
no sólo él. Que paguen también el argentino Messi y el brasileño Neymar
y el Barcelona y “tóquisqui” que nos
deba pasta, incluidos los del blanqueo fiscal consentido, o sea los de la
amnistía. A los demás, nadie nos perdona nada. Y, si no, que se lo digan a la
tonadillera.
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