A buenas horas
mangas verdes, que es así como se dice. Para al final, nada. Porque, pese a que
la Audiencia Nacional ha decidido
abrir juicio oral por las pitadas al Monarca
y al himno de España en la final de
la Copa del Rey celebrada en el Campo Nuevo del Barcelona en 2015, ya podemos saber la sentencia con más rapidez
que actúa la Justicia: no pasa nada,
que es mera libertad de expresión. La democracia tiene sus grandezas, pero
también sus miserias.
Al menos, el
presidente de la asociación independentista “Cataluña Acción”, un tal despreciable Santiago Espot, tendrá que sentarse en el banquillo de los
acusados, como promotor de las irreverencias al himno de todos los españoles y
del Rey de España. El fiscal considera que había en su intención un “deliberado
y firme propósito de menospreciar al jefe del Estado y al himno”; como consecuencia, la Audiencia considera que
hay “méritos suficientes para exigir responsabilidad criminal” al presidente de
esta entidad, que, sí, entrará en el juzgado como mártir y, acto seguido,
saldrá como héroe y los símbolos que representan sentimientos nacionales –Rey e
himno- por los suelos.
No es la primera
vez que eso sucede, ni será la última, ya digo, en aras a la libertad de
expresión, que, a lo que parece, entre los jueces de la Audiencia Nacional tiene un sentido más que amplio, amplísimo. Así
quedó manifiestamente palpable este sábado, cuando otro juez de la Audiencia
permitió la celebración de “El tiro al
facha”, en una población navarra. No quedaron los nativos títere con
cabeza; a pedradas, con huevos, se divirtieron lanzándolos contra las fotos de
todo aquel que no les cae bien, es decir el Rey, la Guardia Civil la Policía
Nacional, y si, a mal no viene, si hubieran tenido el “arretrato” de la
mamá de su señoría, con perdón, pues también. Son las bondades de la libertad
de expresión. Como también permitió la misma señoría la manifestación-homenaje
al etarra extremeño, del Hoyo, que
falleció de un infarto en la cárcel mientras hacía deporte. Igualmente,
libertad de expresión, que esto no va con las víctimas del terrorismo; a las
víctimas, que las zurzan, que, como bien se explicaba días atrás el
expresidente del Gobierno José María
Aznar, las víctimas son para los políticos de hoy un verdadero estorbo.
Les resulta mucho
más fácil y rentable a los peneuvistas, de Urcullu,
y a los pesoístas de elPedroQué
subvencionar con dinero público a los presos etarras y a sus familiares. Este
año, el ayuntamiento de Vitoria ha
doblado la cifra. Nueve mil euros que se llevan entre los familiares de los
presos etarras y la red de apoyo a los terroristas etarras encarcelados. Así,
con pólvora del Rey también disparamos los demás. Y las víctimas víctimas son.
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