¡Vaya con el
hombre, vaya! Además de llevar la Vileda
en la cabeza nos ha salido cacatúa. ¡Todo un pájaroespanta! Es que dice que no
subestimemos la fuerza del pueblo de Cataluña,
y no lo sabe él bien. Los únicos que lo subestiman son ellos, los golpistas.
Porque pobres catalanes que no comulgan con sus ideas. Vivir en Cataluña con
semejantes bárbaros nazis, que ya han anunciado que van a marcar a todo aquel
que no los siga, tiene que ser un verdadero suplicio, que, a la vez, se
convierte en todo un alarde de fortaleza.
Si se piensan los
golpistas que por sacar a la calle a todos esos tíos de la vara, golpistas como
ellos, lo tienen todo “arreglao” se vuelven a equivocar de nuevo. Esos tipos
indecentes de vara en mano, amenazantes y chulescos, no representan, de hecho,
ni a la mitad de los catalanes; son muchos más los que no que los que sí, pero
muchos más, los que no los han votado y los que tampoco quieren, ni falta que
les hace, un referéndum, que, además, es ilegal.
Ya veremos, que
ahora todos juntos son muy machotes; ya veremos cuando tengan que sentarse ante
el juez, uno a uno, si no escurren los chorretones y no les entran los
retortijones, como le sucedió a otros de sus héroes, el sin vergüenza Mas y el no menos chulo Homs. Inhabilitados están por la Justicia, por las leyes, al igual que
el terrorista Otejjji, elGordo etarra. Dónde estaban,
entonces, los tíos de la vara, porque por allí no apareció nadie de los que
ahora, y entonces, menospreciaban el poder del Estado.
¡Qué pena! Los que
más directamente conviven con los ciudadanos, los alcaldes, que se dejen arrastrar
por la podemita laPescadera, que hoy
los ama y mañana los desprecia. Porque la alcaldesa de Barcelona ha traicionado hasta a los de su propio partido y se ha
convertido en otra golpista, aunque hay que reconocerle la habilidad o la cara
dura de quedarse fuera de la llamada del fiscal, al menos por el momento.
Traicionará a los tíos de la vara en el momento menos pensado, porque su fin,
su pretensión es otra por encima del referéndum del UnoaCero. Ella quiere más, pretende el despacho de la Generalidad y, si a mal no viene, el de
La Moncloa, que no descarta; si
llegó a donde está, por qué no ir a más. Aunque esa será otra historia.
Pero, hilvanando
con la historia actual, a cuento nos trae la de Rosa Díez con su zasca en toda la boca al podemita Errejón, que no termina de resurgir de
sus cenizas. Estaba indignado porque un juez prohibió la intervención de la
cupera Ana Gabriel en Vitoria, una prohibición contra –presumía-
la libertad de expresión, a lo que tuvo que recordarle la expolítica que a él y
a los suyos no les hizo falta juez alguno cuando a ella le impidieron –los podemitas,
y él el primero- dar una conferencia en la Complu.
Eso, lo dicho, libertad de expresión, que aquí el que no corre vuela.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentar con respeto