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viernes, 22 de septiembre de 2017

Los niños de la guerra



Claro que tiene un plan de contingencia elPuigidemón -el hijo del pastelero- para poder celebrar el referéndum del UnoaCero. Ya ha iniciado los ensayos previos a la representación. Hay que tener en cuenta esta posibilidad. No descarta el flautista de Amelín llevarse a los niños a los colegios electorales, y, junto a ellos, a ancianos e impedidos. Está así de loco este hombre, es un descerebrado al que no le importa lo que pueda suceder, ni que se produzca –como ya está- una fractura entre la sociedad catalana y entre las propias familias. Puede terminar muy mal.

De hecho, han sido numerosos los colegios que han llevado a los alumnos, todos ellos menores de edad, y envueltos en la bandera independentista, a pedir votar ante las comisarías de policía y cuarteles de la Guardia Civil. Esto, que constituye una total indecencia, acaso un delito, va de la mano de sus profesores, que se educaron en el odio y eso mismo pretender inculcar en los jóvenes, que, con tal de tener tiempo y días de juego, lo mismo les da portar una bandera que otra o un globo; pero, se van adoctrinando, mientras en ello colabora parte del profesorado, que, con tal de no trabajar –algo que es ilegal y punible- también hace lo que se les viene en gana en favor de los intereses de los independentistas. Es muy fácil manejar a un niño.

Mucho se afanó el Defensor del Pueblo catalán para tratar de justificar el derecho a decidir de los catalanes. Una inmundicia impresentable de informe elaboró el paisano. Poco se esmera en denunciar el manejo inmoral de los niños, como tampoco se ha molestado el Tribunal de Menores por poner manos a la obra en defensa de los niños, como tampoco la consejería de Educación ha abierto una investigación –o todas las necesarias- contra todo ese impresentable profesorado que falta de manera injustificada al trabajo y que inocula el virus del odio a los alumnos.

¡Válganos el cielo y que nos pillen “confesaos”! Hasta trescientos curachos catalanes y los dos abades de esa comunidad autónoma, se han sumado a un comunicado en el que expresan su postura a favor del derecho a decidir de catalanes, en contra de más de la mitad de catalanes –la mayoría silenciosa, amedrentada y vilmente insultada y acosada-, por obra y gracia del Espíritu Santo. De todas formas, no hacen más estos -que sólo representan al veinte por ciento del clero catalán-que avalar la postura de los obispos catalanes que ya hicieron otro comunicado meses atrás en el mismo sentido. ´

Todo este movimiento eclesial está encabezado por el hace poco ascendido a cardenal el turolense Omella, totalmente servil a los intereses de los golpistas. No sabe este mentecato cura que a Dios lo que es de Dios y a elPuigidemón ni confesión. En agradecimiento, el golpista lo corrió, como quien dice, a hostias, por la sacristía de la Sagrada Familia, después de la misa que ofició el cura por las víctimas de los atentados terroristas, porque lo denominó presidente autonómico. Bien sabe este cura que cuenta con el apoyo del otro cardenal, el de Madrid, monseñor Osoro, el que “indultó” a la podemita concejala de laSenáCarmena, que asaltó la capilla de la Complu, sí, Rita Maestre, la del torso desnudo, musa de Luis María Ansón.

Saben ambos dos –nombrados cardenales el mismo día por el Papa; ojo al dato- que la Conferencia Episcopal Española, no va a piarla. Parece como que Osoro los tuviera cogidos por sus miembros viriles. Porque, claro, amigo, el Papa es el Papa, y ha sido a ellos a los que ha adelantado como cardenales electores.

Mientras tanto, los españoles de “paquí” viendo sufrir a los españoles de “pallí”, acosados por cuatro pelagatos y muchos periodistas con síndrome de Estocolmo, faltos de ética, moral y rigurosidad informativa. Y viendo desde aquí, ya digo, cómo se deja que humillen a la Guardia Civil esos nacionalistas que no tienen dos sopapos, y todo porque los mocetes de laInvencible están de vacaciones, o no los dejan actuar. En cualquier caso, eso tiene fácil solución si el Estado se hace cargo de ese cuerpo policial, que se paga desde aquí. El que quiera cumplir las órdenes que lo haga y el que no que levante la mano y a la calle, que hay mucho parado deseando trabajar.

Algo similar se podría hacer con los mafiosos estibadores –ganan ochenta mil euros al año, y algunos más, por manejar grúas automáticas-, por negarse a atender las necesidades de los policías hasta allí desplazados -otros ochocientos agentes que llegarán en breves- y que viven en los ferrys donde el ministerio los ha alojado. Lo mismo: mano en alto, y el que se niegue a obedecer, a la calle. Bastaba sólo con militarizarlos, como se hizo con los controladores aéreos.


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