Vaya cara, la del cara dura del hijo pastelero, elPuigidemón. No salió a las nueve de
la noche –la hora de los importantes- ni a la una y media ni a las dos y media;
salió a las cinco de la tarde, la hora torera, pero no estaba el pavo para
lidiar unos vitorinos; si acaso, a unos viejos becerros, que pasan de toros y
toreros. Dijo lo que dijo, porque no tenía otra cosa que decir, porque si decía
lo que realmente pensó en decir se le caen los palos del sombrajo.
Todavía le queda el Pleno del viernes, y ahí punto y final: o una cosa o la otra; o son
República o se van, por el monte las
sardinas, a votar otra vez, como añagaza para impedir la aplicación del 155 y
para que todo siga igual. Aunque, a ver cómo se lo toman sus socios los
cuperos, que ya movían las calles como si fuera un terremoto. Ya se verá. Lo
que sí quiso dejar claro a sus huestes es que el Gobierno de España está actuando con leyes contrarias a la Constitución, si impone el 155, que,
por cierto y casualmente, está en esa Constitución del 78, a la que él y todos
los golpistas se han “pasao” por el forro de las partes bajas de sus
correspondientes trajes. ¡Va morro!
Y todo, para llegar ahí, a este punto aparentemente
muerto, pero con dos salidas: la una o la otra, y ninguna de ellas tendrá
marcha atrás. Ya se verá, repito, porque si no ha optado por ninguna de las dos
el hijo pastelero es porque con cualquiera de ellas va a quedar mal, muy mal.
Esto sólo lo puede resolver de una manera, tal cual es la intimidad de un
despacho. Ya que siempre presume –hasta la saciedad, hasta el aburrimiento- de
que el pueblo catalán es un pueblo pacífico –los golpistas, no, jéjé- que no dé
lugar a que despierte la bestia.
Y que no la despiertan tampoco –al menos el disgusto y
el abatimiento- entre los no golpistas los de laPepé y los de laPesoé.
Porque mientras el hijo pastelero se debatía entre proclamar la República o convocar
elecciones, entre la una y las cinco, los pesoístas consideraban que el 155 ya
no sería necesario, ni jurídica ni políticamente, y ya se imaginan quiénes esto
decían, la amiga Margarita Robles; los
otros, los peperos, no hacían ascos a esa consideración. O sea, si, como
decíamos, los de laPesoé no son de fiar poco más se puede esperar de los otros,
dispuestos a aceptar unas elecciones, y ya.
Así que, de momento, todo en suspenso. Que ya Dios proveerá, dicho esto sin afán de
meter por medio a la Santa Madre Iglesia,
que mejor se quede como está. Hombre, si acaso, y por eso de la similitud en el
apellido, que le eche monseñor Osoro una “manica” al podemita elPabloManuñe Iglesias, que la tiene armada buena en su partido. Después de la
oposición que le planteó laBescansa,
Carolina -la del niño en el Congreso- está elPabloManué que no caga. ¡Qué será, que será! Está estudiando a
fondo el 155 y su posible aplicación para contra los sublevados, de su partido,
por supuesto.
Y Millo, el
delegado del Gobierno en Cataluña, ni dimite ni lo cesan. Por
aquello de pedir perdón en la tele golpista –TV3- por la intervención policial en el referéndum del UnoaCero. Ahí sigue.
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