Lo que sí que
parece bien cierto -y digo parece, porque, últimamente, lo que ha ocurrido no
ha sucedido- es que cerca de seiscientas empresas afincadas en Cataluña se las han "pirao",
de una u otra forma. Han puesto fronteras de por medio, que existen pero no las
hay. El caso es que están ya fuera de territorio catalán, pero español, que lo
fue, pero que ya no lo es, porque se ha hecho republicano. Aunque fue
República, pero ya no lo es, o sí. Dependerá de la respuesta que elPuigidemón -el hijo del pastelero- dé
el lunes al presidente del Gobierno de
España.
Seiscientas empresas -de las más importantes que estuvieron ubicadas en Cataluña-, cuya ausencia provocará millones de euros de pérdidas en la región autónoma -que lo fue, pero dejó de serlo, o puede que no, y sí que lo vuelva a ser- y miles de puestos de trabajo. Por muy bien que les pueda ir bonito a los catalanes, un alto porcentaje de esas empresas -que lo fueron de allí, pero que ya no lo son- ya no volverán jamás ¡Maldita la gracia que le hará a sus empleados y a la economía catalana!
Seiscientas empresas -de las más importantes que estuvieron ubicadas en Cataluña-, cuya ausencia provocará millones de euros de pérdidas en la región autónoma -que lo fue, pero dejó de serlo, o puede que no, y sí que lo vuelva a ser- y miles de puestos de trabajo. Por muy bien que les pueda ir bonito a los catalanes, un alto porcentaje de esas empresas -que lo fueron de allí, pero que ya no lo son- ya no volverán jamás ¡Maldita la gracia que le hará a sus empleados y a la economía catalana!
Lo que también
parece bien cierto es que los catalanoespañoles -los de allí que se sienten
españoles y los otros, a los que llaman despectivamente charnegos, los
procedentes de otras provincias del país, exceptuando los que se han alineado
con los separatistas- les siguen amargando los nacionalistas, en especial a los
niños. Son muy miserables estas gentes golpistas. Tienen todo el poder en esa
comunidad y no dan abasto en menospreciar y vejar a los que no comulgan con sus
ideas separatistas, hoy más al descubierto que nunca por dejar de ser mayoría
silenciosa al participar en manifestaciones por la unión de España. Tienen la
sartén por el mango y el mango también.
Tanto lo uno -la
escapada de empresas- como lo otro -la amargura de los que se sienten españoles
allí- les da igual a los separatistas; pero, lo peor es que parece que le da lo
mismo a los del Gobierno de España. Después de saltarse los golpistas su propio
Estatuto a la torera y la Constitución de todos con la aprobación
de la Ley del Referéndum y la de la Desconexión de España, han dado por
bueno el resultado de un referéndum ilegal y fraudulento, y en ese resultado
han basado la justificación de su desconexión de España y han declarado la República, que existió, pero que parece
que ahora no existe, pero que existirá.
Todo lo que crean
justo y necesario, los golpistas harán que exista. No importa qué. Lo aprueban
y ya está. No tienen quién se lo impida, y así seguimos en el Golpe de Estado más largo de la Historia del mundo mundial. Y ahora,
van y se inventan –y así lo aprueban- la comisión investigadora sobre “la violación de derechos fundamentales”
por las cargas del referéndum del UnoaCero.
Están jueces y fiscales, al unísono y por unanimidad, que braman. Porque eso es
según ellos, un “órgano innecesario” y porque supone “una flagrante, insólita e
injustificable violación” de la independencia judicial. Pues verán, esta
insólita comisión terminará condenando a las Fuerzas del Orden y Seguridad del Estado, al Gobierno de España y a
todo aquel que pasee por las orillas del
Duero, que pasa por Zamora; al menos por el momento pasa
por allí. Otra más de los golpistas, ya ven a cuyo máximo instigador tratan de
hacer aparentar como un héroe; pero, desde los dos lados, porque el hombre
tiene que dar una respuesta el lunes y no hacen más que enviarle presiones los
suyos y los menos suyos. Es un tipo presionado, que no "emprisionado".
Ya les digo, un héroe, elPuigidemón.
Y así seguimos,
con esto, que es todo una mala comedia, aburrida, sin actores de talla y con un
guion malo, muy malo, cutre, cuyo desenlace se intuye: jueces y ciudadanos
normales engañados, una vez más. Parece –eso parece- que los del escenario no
se dan cuenta de que quien paga es el respetable, que abarrota el teatro desde
el patio de butacas hasta el gallinero y que, aunque no participa, los observa.
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