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sábado, 9 de diciembre de 2017

Esperando a Ana

Estamos que no entramos, ni salimos. Entre la espera de la llegada de Ana y el follón de tráfico que se prevé para acceder a las grandes ciudades tras este maratoniano puente -para algunos, todo un viaducto-, anda más de media España alborotada. Con esa ciclogénesis explosiva -así la llaman- que se ha montado Ana, no hay mal que por bien no venga, y siempre que no ocurra algo que tengamos que lamentar, se paliará, en parte, la sequía o, al menos, se abrirá una tregua o, si se prefiere, un paréntesis hasta que la meteorología se vaya normalizando. Gracias a Ana.
De todas formas, no hay que ser tan derrotistas, que sí que nos creemos que Ana puede llegar muy veloz y muy cabreada y que hay que tomar precauciones -¡faltaría más!-, pero, leche, que hay quien ya está lamentando no haber construido un refugio en vez de una bodega. Claro que estamos dispuestos a atender todo tipo de recomendaciones, incluida la de la Policía Nacional, que, además de las ya consabidas a instar a adoptar precauciones ante fuertes y abundantes lluvias, más que considerable oleaje en las zonas de costa y el viento huracanado, solicitan del personal agarrarse la peluca. Es lo de al mal tiempo, nada mejor que buen humor, no siendo que nos pase algún día como al pastor con el lobo.
Igual que esperamos a Ana, esperamos, igualmente, la respuesta de las autoridades belgas a la pregunta de por qué los policías bruselanos o bruselenses permitieron a los golpistas catalanes colocar sus banderas independentistas en los coches patrulla y que se fotografiaran  con ellas y elevaron el número de manifestantes de diez mil a cuarenta y cinco mil en menos de diez minutos. La respuesta del jefe de distrito de allí no convence a nadie. Dice que los agentes no conocían el significado de la bandera de la estrella y dejaron fotografiar para que se llevaran un recuerdo.
Joer, ya se necesita ser cortitos, ni tan siquiera intuir que si las banderas eran todas iguales y las portaban los que exigen la independencia, desde luego la bandera española no era. No sé si el jefe policial debería avergonzarse de tener en plantilla unos "polis" ignorantes, o cuasi analfabetos, o haber actuado de manera consciente a sabiendas de lo que hacían.
En cualquier caso, el pepero González Pons debe insistir en su exigencia a las autoridades belgas para que den una respuesta. No vale con que se escuden en los bomberos de la Generalidad, que estaban allí presentes. Esa es otra, que qué pintaban allí, presentes en Bruselas, esos bomberos, vestidos con el uniforme oficial. Porque también tendrán estos que dar explicaciones -y asumir su responsabilidad, que seguro que la hay- en esa manifestación y en todos los acontecimientos de la "fiesta" independentista, en primera fila siempre, sin estar de servicio y, como en Bélgica, con las ropas de trabajo. Y cuando estaban de servicio, decorando los camiones públicos con las estrelladas; incluso acudieron hace unos días a sofocar un incendio, el de la casa de la familia "española" amenazada, con símbolos y banderas independentistas luciéndolos en sus vehículos oficiales. 
También siguen esperando las familias de los golpistas encarcelados: Junqueras, From y losYordis. Lo están pasando mal, porque consideran que el hecho de haberlos metido en prisión "nos han secuestrado la vida". Desde luego, tiene que ser duro que metan entra barrotes a un ser querido. Los encarcelados, en este caso, sabían muy bien lo que hacían y las consecuencias que les podría acarrear. Quizá, lo primero que tuvieron que pensar fue en sus familiares.

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