Bertín no se ganó Zamora en una hora, pero en poco más de sesenta minutos se “embolsó”
allí más de catorce mil de los de euro, y la que ha armado ha sido “morrocotuda”.
Resulta que la Diputación zamorana
promueve un concurso de emprendedores y para la gala en la que entregó los
premios –tres premiados, que se repartieron entre los tres cuatro mil euros- se
le ocurrió a la presidenta “llamar” al cantante y presentador para que animara
el cotarro, que les ha salido a los zamoranos por más de un pico, una pala y un
azadón. Eso bien vale una dimisión.
No ha desaprovechado la jefa de la oposición Laura Rivera, de Izquierda Unida, para removerle a la presidenta de la Corporación provincial, de laPepé, Mayte Martín Pozo, todos los muebles del inmueble. Porque, la
verdad, sí que se entiende que no se comprenda que se premie con un total de
cuatro mil euros a los tres ganadores del concurso Emprendedores y se le “casque” a elBertín casi quince mil euros del ala, por poco más de una hora de
trabajo. Hay muchos zamoranos que no gana esa cantidad en un año.
Coño, que con otro presentador más barato, y quién
sabe si mejor y más famoso, se podría haber resuelto la papeleta, a la vez que
se aumentaba el montante a los ganadores o se ampliaba el premio a un número
más elevado de aspirantes al mismo. Sería otra manera de incitar para ediciones
posteriores a más jóvenes empresarios.
Quizá con el “escandalazo bertinesco” impúdico –y caro,
por supuesto- se ha hablado en esta ocasión más de Zamora que de Teruel, provincias
ambas que, al parecer, existen. La de Zamora, no se sabe si por mucho tiempo,
porque entre la poca natalidad y el progresivo envejecimiento de la población y
la emigración de la juventud, acaso no pase mucho tiempo para que le cuelguen
el cartel de cerrado. Porque, no se crean, que cada uno a lo suyo. La de la Izquierda –a su vez concejal del
ayuntamiento zamorano- es la esposa del alcalde, Francisco, Curro, Paco Guarido, y aprovecha para atacar a
la de laPepé, porque, a su vez, la oposición pepera en el ayuntamiento –a través
de la senadora Clara San Damián- trae
frito al alcalde el único de Izquierda Unida en una capital de provincia,
gracias a sus alianzas con laPesoé de Antidio- y no sin razón, porque tiene
la ciudad hecha unos zorros.
Anda el personal soliviantado porque desde las
instituciones públicas, principalmente ayuntamiento de la capital y Diputación,
sin restar parte de su culpa –que es mucha- a la Junta de Castilla y León no se hace gran cosa para evitar el
cierre. Y para una vez que ponen un tren decente, este no entra, como quien dice, en la ciudad, sino que pasa por una estación, que, en realidad, es un
apeadero grande.
El Alvia,
que tanto vendió a los zamoranos la actual presidenta de las Cortes –entonces ministra de Fomento- la zamorana de Cubillos del Pan, Ana Pastor, sirve mayormente para unir Madrid con Galicia, pasando por Zamora. Pero de Zamora ni sale tren de origen
a Madrid ni viceversa; Zamora sigue estando a expensas de los caprichos de Renfe, de los de Adif, pero ninguna fuerza de las que se dicen “vivas” –incluidos empresarios
de la CEOE y CEPYME y los sindicatos mayoritarios UGT y CC.OO.-reivindica un tren –al menos uno-
que sirva a las necesidades de los zamoranos. Ni tan siquiera el pepero Maillo parece molestarse en ello, en
complacer a sus votantes, ni tampoco el zamorano Peñalosa, desde la Tve muestra
el mínimo interés.
Sólo alguien, a
través de “change.org”, se ha atrevido a reivindicar un tren propio, con
salida y entrada en Zamora, con horarios lógicos para que los zamoranos puedan
trabajar en Madrid –ya que la actividad laboral en la ciudad castellana es cada
vez menor- y volver a dormir a sus casas, “al pueblo”. Es decir, ganar el
sueldo en Madrid y gastarlo en Zamora, para que no se cierre..
En tan sólo cuarenta y ocho horas se han adherido a la
iniciativa seis mil personas, lo que constituye todo un éxito si se compara con
el número de habitantes de la capital y provincia. Todavía hay quien dice que
sería una inversión deficitaria; pero, también lo son, por ejemplo, las embajadas catalanas y
ahí estaban –o estarán otra vez, muy probablemente, en un futuro-. Al menos el
tren cumpliría una labor, y todavía está por ver si sería o no rentable.
Socialmente, sí, seguro.
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