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jueves, 18 de enero de 2018

Millo, dimisión

Pues nada, hombre, que se le olvidó decir al ministro de los Interiores, Zoido, que ya se iba a encargar él de que elPuchi y los suyos golpistas paguen los desplazamientos policiales por lo del UnoaCero. Al fin y al cabo nos hemos gastado más de ochenta y siete millones de los de euros -¡casi nada!- por la tontería del miserable de Bruselas. De hecho, ya tenemos ahí el ejemplo del golpista Mas -el hijo putativo político del otro golpista, elPujol-, que le han embargado el piso porque tiene que cubrir los gastos del referéndum del 9N.
El caso es que Mas sigue viviendo en su casa, como si nada hubiera pasado, y toda su pena ha sido ser inhabilitado. De todas formas, ya estaba amortizado políticamente, con sus dos pasos al lado; sólo le faltó el del frente, que quién sabe. Eso mismo, que se lo hagan a elPuchi igual, pero incluyéndole como extra los ochenta y siete millones de Policía Nacional y Guardia Civil. Se le cortaba de golpe la digestión del champán y los mariscos, allá en Bélgica.
Es más, lo que no se entiende es cómo nadie ha pedido la inhabilitación para los delincuentes golpistas, y por vía de urgencia, porque se habrían terminado los problemas: ni se hubieran presentado a las elecciones, ni habría conflicto de delegaciones, ni leches. Nunca es tarde. Es que parece que los golpistas sólo tienen derechos, coño, y nada de obligaciones. Que ahora anda elJunqueras amenazando a los tribunales españoles con que se va a ir a reclamar al Tribuna Europeo de Derechos Humanos. ¡Pues que vaya, vía delegación, jéjé!-, porque parece que se está empezando a cansar de ser mártir a la fuerza, y no con mucho reconocimiento, por cierto, mientras elPuchi, ya saben, a vivir que son dos días.
A propósito, el ministro Zoido parece que se desperezó -ya era hora-, denunció la traición de los mocetes de laInvencible el día del referéndum del UnoaCero -y el apoyo que recibieron estos de los grupos de "resistencia organizada", de la ANC y Ómnium-, aunque más bien culpaba a los mandos. Pero, ahí se equivocó la paloma, se equivocó. Trata de salvar a los números aduciendo que los responsables les cursaron una comunicación para que se paralizaran y donde les recordaban que eran los policías de la Generalidad. Y no. Bien sabían ellos que eran policías, como los otros, del Estado. Ahí estuvo su pecado, el de Zoido y el de los mocetes traicioneros. Pero el Gobierno de elpresiRajoy no ha tenido el valor para disolver ese cuerpo traidor; es más, el mayor de los traidores, elTrapero, sigue dentro -y puede que vuelva a tomar posesión de su cargo en breves- apartado, o protegido, en labores burocráticas, pero metiéndose un sueldazo.
Menos mal que tuvo Zoido el reflejo de defender y alabar la labor de los Cuerpos y Fuerzas de la Seguridad del Estado durante ese día y una temporada más. Menos mal. Porque su delegado de Gobierno en Cataluña -el filo separatista Enrique Millo- los puso a caer de un burro. Se fue a la televisión golpista por excelencia, la TV3, que es pública, a pedir perdón por la actuación policial. Y ya ven, nadie lo dimitió. Tras la intervención de Zoido en el Senado, aunque sólo fuera por vergüenza torera, elMillo tenía que haber dimitido a estas horas. Pero, ni sonrojos se pasa este hombre, que le gusta figurar de lo lindo, más que un caramelo a un niño.
Por si no se enteró elMillo, más de cuatrocientos agentes, de los de los buenos, resultaron heridos de verdad, no como los golpistas que hicieron puro teatro para salir en la tele y engordar una estadística falsa; recuérdese, por ejemplo, a la que le rompieron los dedos uno a uno, pero de la mano contraria a la que había declarado: o sea mentira de la sinvergüenza.
Lo que no nos supo decir Zoido es cómo llegaron a España las urnas del referéndum y cómo se custodiaron hasta el UnoaCero. No lo supo decir o no lo quiso desvelar, que no es lo mismo, que la policía no es tonta. Si los golpistas tenían un ejército en la sombra -voluntarios- para este menester integrado por más de cuarenta mil personas, no nos puede hacer creer que ni tan siquiera uno la ha "piao". Pero, con el tiempo, y si Dios así lo quiere, nos enteraremos.

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