Traductor

Buscar en este blog

domingo, 11 de marzo de 2018

Todos somos Gabriel

Coincidiendo con la celebración del recordatorio del catorce aniversario de los asesinatos del 11-M, poco antes de las dos de la tarde, España entera se ha vuelto a vestir de nuevo de luto. En esta ocasión, por el conocimiento de la muerte del niño Gabriel, desaparecido días atrás. Todos hemos sido hoy Gabriel, un niño de ocho años, que no había hecho mal alguno a nadie, pero que se ha convertido en la víctima inocente, al parecer, de la novia del padre, una mujer dominicana afincada en la zona, a la que sabe Dios qué le pasaría por su mente a la hora de cometer tal barbarie.
Serán ahora los investigadores y la propia asesina los que diluciden el móvil del asesinato y las circunstancias en las que este se perpetró. Todo venía apuntando a la novia del padre del niño, desde que ésta encontrara una camiseta del pequeño en uno de los lugares de la búsqueda. Fue ella y no otra persona la que confirmaba que la prenda interior era del niño, porque había sido ella misma la que se la puso al vestirlo la mañana misma de su desaparición.
Resulta terrible sólo el pensar que esa misma mañana Ana Julia, que así se llama la detenida, vistiera al pequeño y decidiera acabar con la vida de Gabriel Cruz o que ya lo tuviera decidido con anterioridad y en ese día y en un momento determinado decidiera culminar su atroz pensamiento. Sangre fría o pasión sentimental, que, en cualquier caso, llevó a Ana Julia a extinguir la vida alegre -como no podía ser de otra manera en un niño-, inocente de un pequeño, ajeno a los problemas que pudieran tener sus mayores.
Ana Julia, con el tiempo se sabrá, transportaba en su propio vehículo, cubierto con una manta el cuerpo sin vida de Gabriel Cruz. El tiempo que el niño llevaba muerto y cómo falleció, de qué manera le arrebató la vida, también se sabrá en breve, tras la autopsia. Pero, resulta sobrecogedor el tan sólo pensar en los momentos últimos de la existencia de Gabriel. Terrible para un niño de ocho años verse mal tratado por una persona a la que sin duda conocía.
Las especulaciones, de momento, pueden ser todas: si Gabriel murió el mismo día de su desaparición, si el niño fue ocultado en algún lugar y cuánto tiempo por Ana Julia, si la presunta asesina trasladó al niño -vivo o muerto- de lugar en una o varias ocasiones y -¡por qué no!- si contó con ayuda de alguien para ello y cuál era la intención, este mismo domingo, de Ana Julia al llevar oculto en el maletero de su coche el cadáver del pequeño.
Lo que sí es cierto es que los agentes de la Guardia Civil que descubrieron el cuerpo sin vida de Gabriel en el maletero del coche se abrazaron -cuentan varios testigos- y algunos rompieron a llorar. Cómo estaba el cuerpo de Gabriel, ya nos lo contarán. También es cierto que ante una desgracia como esta la sociedad muestra su lado más amable, humano y la solidaridad con los padres y la abnegación de voluntarios y Fuerzas del Orden es absoluta, como ha quedado demostrado durante todos estos días de infructuosa búsqueda, tiempo en el que todos nos hemos venido preguntando que quién puede matar a un niño.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentar con respeto