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viernes, 4 de mayo de 2018

ETA no alivia a las víctimas y pretende quedar impune

Si teníamos pocos payasos en este país, van los asesinos etarras y nos traen más, pero más allá. La escenificación en Francia de la disolución total de la banda de criminales etarras fue, ciertamente, un circo. Suponemos que la última entrega de esta serie, que tiene más capítulos que una telenovela. Con la presencia de unos observadores que ellos, dicen que lo son, pero que causan, provocan, a la vez, risa, pena y desconfianza total, ETA pone fin a sus días, es más quiere poner un fin con el que blanquear su historia pasada por sangre, apadrinados por unos mediadores a los que paga.

Uno de esos payasos, no importa su nombre, lamentaba que al acto no acudiera ningún representante del Gobierno español ni víctimas de la banda asesina. Ya entenderán el porqué de denominarlo arlequín o, más claro, que era por no repetir, payaso. O, porque no se puedan sentir ofendidos los que viven de esa honrada profesión, un verdadero gilipollas en estado puro. Sólo aludió a las víctimas para reprocharles su no asistencia al acto, pero poco se refirió a ellas como a las grandes perjudicadas de la locura asesina, con odio y ensañamiento, de los etarras, a quienes estos tienen que pedir perdón e indemnizar por tanta barbarie.
Este "mediador" -pagado por los etarras, y bien pagado-, sólo se acordó de pedir la libertad para los presos etarras. Se piensa éste que como ya escenificaron su disolución, que no su fracaso y rendición, tras años de cometer asesinatos, que no han servido para nada, pues que todo se ha acabado. Punto y final. Como si fuera un sábado de Gloria, como si todo el país estuviera pendiente de sus caprichos.
Este acto impuro de hoy no pone fin a ETA, nadie se lo cree, como nadie se creyó los desarmes de la banda terrorista: todos, y fueron varios, cada cual era el último. Por más que quieran los asesinos no se blanquearán, ni su maldita historia sangrienta porque ellos lo digan, ni aunque se enharinen. El punto y final lo pondrá el Estado español, la sociedad española, sus Cuerpos y Fuerzas de Seguridad y sus jueces.
Mientras tanto, los presos que cumplen condena que sigan en ello, que tiempo les sobra; dispersos, sí, sin que se les permita el reagrupamiento, y menos en cárceles de las provincias vascongadas. Tienen todavía que mostrar arrepentimiento por sus más de ochocientos crímenes, pedir perdón a las víctimas y colaborar con la Justicia para el esclarecimiento de más de trescientos asesinatos aún sin resolver. Los cien etarras que todavía pululan por el mundo huyendo -como elPuchi catalán- de la Justicia española terminarán siendo apresados tarde o temprano y los que no jamás podrán volver a España. Eso es lo que les espera -como a elPuchi- a los etarras huidos.
El "sábado de Gloria", ya digo, les salió deslucido a los asistentes a la pantomima. Allí estaba el asesino Otejjji, el amigo del alma, compañero, del podemita elPablo Manué. Allí estaba anunciando que iban a por la independencia del País Vasco, a por la libertad, Como elPuchi, del que también es amigo. El representante de laPNV de Urcuyu, les reprochó que tanto asesinato no había servido para nada; también hicieron acto de presencia los podemitas, como no podía ser de otra manera. Y, admírense, o ya no, allí estuvo presente, cara al sol y con camisa limpia, una representación del sindicato UGT. Vergonzoso. Aunque, insisto, acostumbrados tenemos que estar, después del apoyo que los ugetistas paniaguados han brindado de manera incondicional a los golpistas catalanes, y lo que nos espera por ver.
Como bien escribe en el digital "El Español" Maite Pagazaurtundúa -víctima de los asesinos etarras-, "ETA no desea aliviar a sus víctimas, sino desprenderse de sus responsabilidades". La sociedad confía en que las víctimas puedan ser aliviadas en lo posible, y no olvidadas, por los poderes públicos y que estos hagan pagar a la banda terrorista todas sus responsabilidades, que todavía quedan muchas pendientes. Por lo demás, ellos se lo guisan y ellos se lo comen.

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