Era más que previsible, lo de la violencia en las
calles de Barcelona. Tarde o
temprano tenía que llegar, y de mano de los canallas independentistas de las CUP y sus bestias desbocadas de Arran,
sus “cachorros”. Se creen que la calle es suya y de ella se han adueñado, ciertamente,
con el consentimiento del presidente nazi de la Generalidad y del Gobierno
de España, de elPresiSánchez.
Estos bestias de Arran ya
practicaron la toma de rúas y plazas hace tan sólo unos días cuando impidieron
que llegara a la Plaza de San Jaime
la manifestación de los de “Hablamos
Español”. Sin permiso -los manifestantes sí lo tenían- ocuparon la plaza,
con la permisividad de los Mocetes de la
Escuadra.
La cosa no viene de ahora. Han sido muchas y continuas
las dejadeces de funciones de los de la Escuadra
–y sus jefes políticos, Form, en
prisión, y Buch, consejero actual de
Interior-, que han permitido a estos
que se dicen demócratas y pacíficos actuar a sus anchas en las calles y en carreteras,
provocando miedos, indignación y actuando con violencia, en muchas ocasiones -los
cobardes- parapetados tras los niños.
No es de extrañar –y demasiado poco- que estos caníbales
del asfalto hayan creado el pánico en la ciudad Condal, capital de la comunidad autónoma catalana. Estos sí que se
habían propuesto ir “a por ellos”, y ellos no eran otros que los policías
nacionales, de la Jusapol, que se
manifestaban por la equiparación salarial, precisamente con los sueldos de los mocetes
de la Escuadra y, también, como homenaje a los policías y guardias civiles que
cumplieron con su deber durante el desarrollo del referéndum ilegal del UnoaCero.
La Generalidad prohibió a Jusapol que se congregaran
los manifestantes en la Plaza de San Jaime, porque, claro, la tenía reservada
para los violentos cuperos, para la contra manifestación. Estos ni pidieron
permiso; la ocuparon porque sí, para
salir desde allí a zurrarle a los policías de Jusapol. Así acabó la fiesta:
seis canallas de estos violentos detenidos, un identificado por atentado contra
los agentes de la Escuadra y diversos contusionados. Los malos querían
traspasar todas las barreras para emprender un cuerpo a cuerpo con los policías
que se manifestaban. Los de la Escuadra tuvieron que intervenir, un poquito
nada más, porque los violentos cuperos ya practican guerra de guerrillas en las
calles. Como nadie los pare, pero con contundencia y fuertes sanciones, vamos a
tener que sentir: estos quieren la guerra.
Quien también quiere “guerrear”, aunque es de suponer,
políticamente, es el exvicepresidente de la Generalidad, Oriol Yunqueras, hoy en prisión, acusado de rebelión, desobediencia
y malversación de fondos públicos. Quiere ser diputado en el Parlamento Europeo. Está convencido de
que una vez se dicte sentencia saldrá a la calle. Debe pensar que será
absuelto, con lo cual la calle también será suya. O que si es condenado, el
Gobierno de Sánchez lo indultará, para lo cual tendrá que reconocer los
delitos, primero, y pedir él ser indultado, después. Lo hará si es necesario; a
estos todo le da igual con tal de salirse con la suya.
El golpista Yunqueras ha hecho saber su voluntad de
ser parlamentario europeo a través de una carta, que leyó uno de sus acólitos a
la puerta de la prisión donde se encuentra a la sombra. Una carta, por cierto, plagada
de menosprecio e insultos hacia España.
Pues, nada, hombre, que disfrute de la cárcel el señor Yogi, que no ofende quien quiere, sino quien puede.
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