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sábado, 29 de septiembre de 2018

Quieren la guerra


Era más que previsible, lo de la violencia en las calles de Barcelona. Tarde o temprano tenía que llegar, y de mano de los canallas independentistas de las CUP y sus bestias desbocadas de  Arran, sus “cachorros”. Se creen que la calle es suya y de ella se han adueñado, ciertamente, con el consentimiento del presidente nazi de la Generalidad y del Gobierno de España, de elPresiSánchez. Estos bestias de Arran ya practicaron la toma de rúas y plazas hace tan sólo unos días cuando impidieron que llegara a la Plaza de San Jaime la manifestación de los de “Hablamos Español”. Sin permiso -los manifestantes sí lo tenían- ocuparon la plaza, con la permisividad de los Mocetes de la Escuadra.


La cosa no viene de ahora. Han sido muchas y continuas las dejadeces de funciones de los de la Escuadra –y sus jefes políticos, Form, en prisión, y Buch, consejero actual de Interior-, que han permitido a estos que se dicen demócratas y pacíficos actuar a sus anchas en las calles y en carreteras, provocando miedos, indignación y actuando con violencia, en muchas ocasiones -los cobardes- parapetados tras los niños.

No es de extrañar –y demasiado poco- que estos caníbales del asfalto hayan creado el pánico en la ciudad Condal, capital de la comunidad autónoma catalana. Estos sí que se habían propuesto ir “a por ellos”, y ellos no eran otros que los policías nacionales, de la Jusapol, que se manifestaban por la equiparación salarial, precisamente con los sueldos de los mocetes de la Escuadra y, también, como homenaje a los policías y guardias civiles que cumplieron con su deber durante el desarrollo del referéndum ilegal del UnoaCero.

La Generalidad prohibió a Jusapol que se congregaran los manifestantes en la Plaza de San Jaime, porque, claro, la tenía reservada para los violentos cuperos, para la contra manifestación. Estos ni pidieron permiso; la ocuparon  porque sí, para salir desde allí a zurrarle a los policías de Jusapol. Así acabó la fiesta: seis canallas de estos violentos detenidos, un identificado por atentado contra los agentes de la Escuadra y diversos contusionados. Los malos querían traspasar todas las barreras para emprender un cuerpo a cuerpo con los policías que se manifestaban. Los de la Escuadra tuvieron que intervenir, un poquito nada más, porque los violentos cuperos ya practican guerra de guerrillas en las calles. Como nadie los pare, pero con contundencia y fuertes sanciones, vamos a tener que sentir: estos quieren la guerra.

Quien también quiere “guerrear”, aunque es de suponer, políticamente, es el exvicepresidente de la Generalidad, Oriol Yunqueras, hoy en prisión, acusado de rebelión, desobediencia y malversación de fondos públicos. Quiere ser diputado en el Parlamento Europeo. Está convencido de que una vez se dicte sentencia saldrá a la calle. Debe pensar que será absuelto, con lo cual la calle también será suya. O que si es condenado, el Gobierno de Sánchez lo indultará, para lo cual tendrá que reconocer los delitos, primero, y pedir él ser indultado, después. Lo hará si es necesario; a estos todo le da igual con tal de salirse con la suya.

El golpista Yunqueras ha hecho saber su voluntad de ser parlamentario europeo a través de una carta, que leyó uno de sus acólitos a la puerta de la prisión donde se encuentra a la sombra. Una carta, por cierto, plagada de menosprecio e insultos hacia España. Pues, nada, hombre, que disfrute de la cárcel el señor Yogi, que no ofende quien quiere, sino quien puede.

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