Desde luego, el
chico tiene el don de la oportunidad. ¡Tá “desquiciao”! Si antes lo dice, antes
le salen los de la ONU, en su
variante para la Alimentación y la Agricultura, la FAO. En uno de sus informes sobre la alimentación en los países del
mundo destaca la penosa situación de los venezolanos, que, prácticamente, se
mueren de hambre, que no tiene qué llevarse a la boca y andan todo el día de
pan pedir. No piensa lo mismo, ya digo, el ultrizquierdoso podemita Errejón –y mentiroso, como todos ellos-,
porque él afirmó, y de manera rotunda, hace unos días, que los venezolanos
comían tres veces al día
.
Pues, para hacer
tres comidas diaria, cualquiera diría que la ONU miente y que Errejón acierta.
Cuando el podemita se despertó se dio cuenta que de imbécil para arriba, lo que
viene a corroborlo el informe internacional: los venezolanos entre los más
muertos de hambre. Si ya, si eso, elErrejón
mejor se iba a dormir de nuevo, que está más guapo, y nadie lo ve. Este era el
que también decía que los venezolanos hacían cola en los supermercados –
prácticamente vacíos de alimentos- porque era una manera de hacer relaciones
sociales, vamos que les encantaba pasarse el día en la calle, haciendo una
interminable fila. Otra imbecilidad más de este muchacho.
El, desde luego,
tiene bien forrado el bolsillo desde que es diputado a Cortes, más la más buena cantidad de pasta que se trajo de allí,
más la que le regaló una universidad andaluza a través de una beca para un
trabajo de investigación. Este ni hizo el trabajo ni lo esperen que lo vaya a
realizar. Ya se gastó la pasta: dos mil euretes al mes durante un año sin hacer
absolutamente nada. Si eso no es corrupción, que venga el ilustre “compi” Monedero y que lo vea.
Imbecilidad por
imbecilidad, la de la Generalidad
valenciana, donde socialistas y podemitas gobiernan en coalición. No podría ser
de otra manera. En menos de horas veinticuatro ha tenido que rectificar una ley
que iba a proponer para que los “gorditos” mórbidos no pudieran ser
incinerados, que contaminan. ¡Mecá! Han tenido que retirar la propuesta, echando leches, por el
escandalizo que se ha preparado. Vamos, de ser gordito, iría contra ellos a
muerte: primero, por gilipollas; después, por discriminación a todas luces.
Aunque, claro, entendiendo el asunto como lo entienden los politicastros
valencianos, cabría la disculpa: no quieren que se pierda el dicho sobre lo de
las sepulturas llenas, de cenas, buenas, en efecto. Imbéciles, como gilipollas,
haberlos haylos, y lo peor es que estas especies no corren peligro de extinción
en nuestro país; es más, se propagan como la peste.
Si es que
resulta evidente. Ahí tienen a los de La
Rioja y a los vascos, algunos. Los políticos, me refiero. Los unos por los
otros, la casa por barrer, o llenándola de marranadas, de mierda. Quieren
equiparar el vascuence con el Castellano.
Esto es como hacer un blanqueo de imagen, de la Historia o de dinero. Son tan paletos, tan resabidos que rayan la
ignorancia, el analfabetismo funcional.
Que se lo
pregunten a Reverte. ¡Menudo cabreo!
Nunca existió ese idioma, sí variadas y diferentes maneras de hablar en los
abundantes caseríos vascos. El Batua.
Lo que ellos, los vascos e ignorantes navarros no saben todavía que lo que
tienen por lengua, muy respetable y hablada por una gran minoría, es un idioma
político, que los políticos quieren consolidar. Que bien, que mejor para ellos,
pero que no vengan diciendo gilipolleces, que ya está bien, hombre, que ya está
bien, que tenemos muchos y muy graves problemas para que no vengan estos también
a tomar el pelo.
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