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jueves, 15 de noviembre de 2018

La matanza de Paracuellos

No terminan de escarmentar estos de laPepé. No se sabe si porque están o son lelos, o porque tienen ganas de figurar -que se hable de ellos aunque sea para bien- o es que están o siguen tan acomplejados como lo estuvo siempre el expresidente Rajoy. El caso es que el otro día le armaron una encerrona al mismísimo nuevo presidente del partido, Pablo Casado, en laSexta -la cadena, entre otras, enemiga de España- y ahora se la vuelven a dar al que fuera secretario de Organización del partido, Martínez Maíllo, el gran Maíllo, otra vez Maíllo.

Lo más fácil y lo más sencillo es no acudir, no darle pábulo, a los medios que les son hostiles, a ellos y a España. Pero, lo dicho, estos no aprenden ni con un profesor particular, es más, lo desdeñan. Ellos son "mu" listos, lo saben todo. Por eso, es mejor dejarse aconsejar por el enemigo que por quien los quiere. Aplican el refrán al pie de la letra: quien bien te quiere te hará llorar. Oigan, y si hace falta lo tiran a la cuneta, que llena está de heridos por laPepé, y que le tienen ganas a los peperos.
Ni corto ni perezoso, elMaíllo se planta en el programa de Guallomin, paseando los perros de un vecino -cinco creo que eran-, porque el dueño está enfermo. ¡Menuda obra de caridad! Y concluye su actuación en la tele de Ferreras presumiendo de haber pertenecido a una tuna -¡menudo tunante está hecho!-, y se arranca de tunero -no de los que tunean, sino de los que tocan y cantan a la pálida luz de la luna- y nos brinda unos clavelitos, y gracias a que no lo hizo de rodillas, como le pedía la presentadora.
En fin, y en conclusión, que le llenó al Guallomin, y a su colaborador que se limpia los mocos -¡so guarro!- con la bandera de España, un tal inútil Dani no se qué, un tiempo del espacio televisivo, a cambio de hacer el ridi. ¡Pues, nada, que sigan yendo! Luego, los ponen a los de laPepé para parir. Así les va a ellos de bonito.
Pero, si es que se las cuelan por todos los lados. La última, la elección del juez Marchena como nuevo presidente del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y del Tribunal Supremo. Cede Casado un puesto de vocal a los de laPesoé -que ocupará un juez de los ultraizquierdistas podemitas- y renuncia, a la vez, a que Marchena -de tintes peperos- presida el tribunal que juzgará a los golpistas. Los de laPesoé pasan a ocupar, a través de su juez afín, Arrieta, esa presidencia de ese tribunal. Los golpistas, encantados. Pero, los de laPesoé ya le tenían buscada la vuelta a Casado, por haber cogido la piel del oso antes de cazarlo: las asociaciones de jueces, algunas, presentarán un recurso contra la elección de Marchena, porque nadie lo había votado todavía. Es decir, laPepé se puede quedar sin Marchena en eso cargos, mientras que el juez socialista ya está presidiendo el tribunal que juzgará a los golpistas.
Anda Casado últimamente desaparecido, quizá escondido debajo de las piedras, sonrojado, porque la jugada de los jueces no le ha salido nada bien; los pesoístas lo han engañado con una piruleta. Menos mal que ha debido de dar orden, se deduce, de apoyar no a VOX sino a Ortega Lara por los insultos de los ultraizquierdistas que quisieron reventar un mitin de VOX en Murcia. Le pedían al secuestrado por ETA durante más de quinientos días y quinientas noches que se volviera al zulo, y a los demás de Abascal los amenazaban con hacer con ellos lo mismo que hizo el comunista Carrillo en Paracuellos de Jarama. Así son ellos, pacíficos y demócratas de toda la vida
Y mientras tanto, los Mocetes de la Escuadra continúan sin identificar a los terroristas de Arran, los cachorros de las CUP, los de la huida de la Justicia, Ana Gabriel. Sí, aquellos encapuchados que volcaron cubos de pintura amarilla contra la puerta del edificio de una vivienda del juez Llarena. El "pobre" hombre y su familia las están pasando apuradas: lo señalan los golpistas, les hacen escraches -tampoco hay ningún identificado, estos iban al descubierto- y el Gobierno lo deja abandonado ante las huestes de jueces nazis alemanes y belgas. Pero él sabe que no está solo.

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