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viernes, 22 de febrero de 2019

Casado cierra falso la crisis en Castilla y León


Idílico el paseo que se ha dado por Ávila el pepero Casado, que se nos ha ido hasta allí para visitar una vaquería, el hogar de las vacas. Se conoce que va a probar si eso de visitar y hablarle a los rumiantes le da suerte para las Generales, como parece –eso dicen- que se la dieron a Juanma Moreno, quien fue a echarles un mitin antes de las elecciones andaluzas y, ahora, ya lo ven, de presi de la comunidad “intocable” de laPesoé, de Andalucía. Un momento de descanso para Casado antes del inicio de la campaña electoral, que se le presenta larga y dura al líder pepero, que de estar de “comunicador” de Rajoy ha pasado casi en horas veinticuatro a candidato a la presidencia del Gobierno de España.


La primera, en la frente. Casado se debate entre la renovación de candidatos o la continuidad. Aunque sí tiene claro que renovar hay que renovar, y a muchos. Algunos, como es el caso de la polémica y un poquito mal educada Celia Villalobos, que se va ya, porque sabe que tiene muy poco que rascar, se va antes de que la echen. Pero todavía los hay que quieren continuar, unos por “vicio” y otros porque no tendrían donde colocar sus posaderas, porque no han hecho otra cosa en su vida que vivir en el partido, del partido; vamos, unos paniaguados y pesebreras, que de todo hay en la viña del Señor.

Sí parece que le preocupan también a Casado los resultados electorales en las pequeñas provincias, donde se puede repartir el voto en demasía, perjudicando a su partido. Y hace bien Casado en preocuparse. En las pequeñas provincias es donde “los de siempre” han creado sus reinos de taifas, con una corte de agradecidos, que si no serían mal nacidos, incluso formando verdaderas mafias, que coartan y cortan el ascenso de cualquier militante. Ahí es donde se hace más patente el abismo entre los que mandan a su libre albedrío y los militantes de base.

Algo de eso ha sucedido durante años en laPepé de Castilla y León, y en la mayor parte de sus provincias. Juan Vicente Herrera, más conocido por el inútil, fue el que le dijo a Rajoy que se mirara al espejo, tras las últimas generales; pero, él debía de tener roto el suyo. Con la dimisión de Silvia Clemente, presidenta de las Cortes castellano-leonesas y exconsejera en varios gobiernos de Herrera, se ha destapado el escándalo en esa región, que Casado trata de atajar sin dilaciones.

Casado ha apoyado a Mañueco, actual presidente pepero en Castilla y León, después de que la dimisionaria lo haya puesto a parir de uno a otro confín. Es muy probable que Clemente aterrice en Ciudadanos. Pero, Casado no debería permitir que esa crisis se cierre en falso. Porque esta crisis, aunque sin más dimisiones, está latente en todas las provincias castellano leonesas. Ahí tiene Casado un grandísimo agujero abierto, muy difícil de tapar. Los de Abascal, que lo saben, serán unos duros contrincantes. Vox se puede comer a los peperos de esa región.

Cierto que Silvia Clemente no es la Arrimadas de laPepé, pero tenía sus seguidores y su influencia. Casado debería interesarse por los motivos reales de su renuncia. Pero ha decidido cortar por la tangente, que, acaso, no haya sido lo más acertado, lo más sano.

En fin, a la que parece que las cosas le van mejor que a Silvia Clemente es a la catalana Arrimadas, que se debate entre seguir en la política regional o dar el salto a la nacional. Valls la quiere para su candidatura al ayuntamiento de Barcelona y Rivera la pretende a su lado en el Congreso de los Diputados. Y ella empeñada que está en viajar a Waterlóo para decirle a elPuchi –el hombre bajito y cabreado-, que no es presidente de nada y que la república no existe, idiota, como le dijo un policía a un insensato manifestante catalán. Ella sabrá lo que se hace.


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