Idílico el paseo
que se ha dado por Ávila el pepero Casado, que se nos ha ido hasta allí
para visitar una vaquería, el hogar de las vacas. Se conoce que va a probar si
eso de visitar y hablarle a los rumiantes le da suerte para las Generales, como parece –eso dicen- que
se la dieron a Juanma Moreno, quien
fue a echarles un mitin antes de las elecciones andaluzas y, ahora, ya lo ven,
de presi de la comunidad “intocable” de laPesoé, de Andalucía. Un momento de descanso para Casado antes del inicio de
la campaña electoral, que se le presenta larga y dura al líder pepero, que de
estar de “comunicador” de Rajoy ha
pasado casi en horas veinticuatro a candidato a la presidencia del Gobierno de España.
La primera, en
la frente. Casado se debate entre la renovación de candidatos o la continuidad.
Aunque sí tiene claro que renovar hay que renovar, y a muchos. Algunos, como es
el caso de la polémica y un poquito mal educada Celia Villalobos, que se va ya, porque sabe que tiene muy poco que
rascar, se va antes de que la echen. Pero todavía los hay que quieren continuar, unos por “vicio” y
otros porque no tendrían donde colocar sus posaderas, porque no han hecho otra
cosa en su vida que vivir en el partido, del partido; vamos, unos paniaguados y
pesebreras, que de todo hay en la viña del Señor.
Sí parece que le
preocupan también a Casado los resultados electorales en las pequeñas
provincias, donde se puede repartir el voto en demasía, perjudicando a su
partido. Y hace bien Casado en preocuparse. En las pequeñas provincias es donde
“los de siempre” han creado sus reinos de taifas, con una corte de agradecidos,
que si no serían mal nacidos, incluso formando verdaderas mafias, que coartan y
cortan el ascenso de cualquier militante. Ahí es donde se hace más patente el
abismo entre los que mandan a su libre albedrío y los militantes de base.
Algo de eso ha
sucedido durante años en laPepé de Castilla y León, y en la mayor parte de
sus provincias. Juan Vicente Herrera,
más conocido por el inútil, fue el que le dijo a Rajoy que se mirara al espejo,
tras las últimas generales; pero, él debía de tener roto el suyo. Con la
dimisión de Silvia Clemente,
presidenta de las Cortes
castellano-leonesas y exconsejera en varios gobiernos de Herrera, se ha destapado el escándalo en esa región, que Casado trata
de atajar sin dilaciones.
Casado ha
apoyado a Mañueco, actual presidente
pepero en Castilla y León, después
de que la dimisionaria lo haya puesto a parir de uno a otro confín. Es muy
probable que Clemente aterrice en Ciudadanos.
Pero, Casado no debería permitir que esa crisis se cierre en falso. Porque esta
crisis, aunque sin más dimisiones, está latente en todas las provincias
castellano leonesas. Ahí tiene Casado un grandísimo agujero abierto, muy
difícil de tapar. Los de Abascal,
que lo saben, serán unos duros contrincantes. Vox se puede comer a los peperos de esa región.
Cierto que
Silvia Clemente no es la Arrimadas
de laPepé, pero tenía sus seguidores
y su influencia. Casado debería interesarse por los motivos reales de su
renuncia. Pero ha decidido cortar por la tangente, que, acaso, no haya sido lo
más acertado, lo más sano.
En fin, a la que
parece que las cosas le van mejor que a Silvia Clemente es a la catalana Arrimadas, que se debate entre seguir
en la política regional o dar el salto a la nacional. Valls la quiere para su candidatura al ayuntamiento de Barcelona y Rivera la pretende a su lado en el Congreso de los Diputados. Y ella empeñada que está en viajar a Waterlóo para decirle a elPuchi –el hombre bajito y cabreado-,
que no es presidente de nada y que la república no existe, idiota, como le dijo
un policía a un insensato manifestante catalán. Ella sabrá lo que se hace.
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