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viernes, 1 de febrero de 2019

Como con Bolinaga

Le zumba, sí que le zumba, pero no es aire que se mueve por el país, como si de una ciclo génesis se tratara. Vamos, que no hay derecho a que los tribunales pongan en la calle -no de patitas en la calle- a un etarra, porque, al parecer, padece una grave enfermedad y, mientras tanto,  el exministro Zaplana, del que los médicos -y con luz y taquígrafos- han certificado que padece leucemia y que su estado es muy grave continúa en el hospital, pero en régimen de reclusión. Tanto el fiscal como la jueza que entienden de su caso le han negado la privación de libertad, pero, domiciliaria.
No sólo le han negado a Zaplana esa libertad, sino que están esperando la más mínima recuperación -por pequeña y pasajera que pueda ser - para enviarlo de nuevo a prisión, en donde no podría ser atendido de acuerdo a la enfermedad que padece, por lo que, irremisiblemente deberá ser trasladado de nuevo al hospital. Ni su gravedad, ni la de su esposa -la misma que la que él padece- constituye motivo para que el matrimonio pueda vivir en su domicilio, aunque sea, como ya digo, en libertad condicional domiciliaria.
A lo que se ve, inspira más compasión y confianza el etarra Asier Aginaco, encarcelado, primero en Francia y luego en España, imputado por un delito de colaboración con ETA y de otro por tenencia de explosivos. ¡A saberse las muertes que podría haber ocasionado de no haber sido detenido el delincuente! Así que, ya lo ven, el terrorista en la calle y Zaplana penando.
La historia se repite, pero a favor de los terroristas. ¡El criminal gana! Hoy es a este Asier al que liberan; antaño, pero tampoco hace tanto, fue Bolinaga, el que mantuvo secuestrado durante más de quinientos días al ex funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara. El etarra habría dejado morir a Lara en el zulo donde lo tenía enterrado. Sólo la tenacidad de los investigadores logró salvar la vida al secuestrado, porque una vez detenido el etarra este no desveló en dónde estaba Ortega Lara.
Fue pedirlo, dicho y hecho, y el terrorista fue puesto en libertad porque, al parecer, tenía un cáncer terminal. Bolinaga pudo disfrutar de tres años de libertad, salir a la calle, pasear y disfrutar de su familia y amigos y cogerse las "peas" que le vinieran en gana. Muchas personas no le perdonarán a Rajoy y a su ministro de Interior, Fernández, el permiso que le consiguieron al etarra, basándose en que se trataba de un cáncer terminal y de rápido desenlace.
Sí, tres años de disfrute de libertad, a cambio de nada, porque ni tuvo el etarra la sensibilidad de informar sobre atentados con muertos de los que nunca se supo de sus autores. Ni se arrepintió ni pidió perdón a las víctimas, a las que el Gobierno de Rajoy ninguneó, menospreció con la puesta en libertad de Bolinaga.
Ahora, lo que sí sabemos de cierto es que el terrorista Aginaco podrá disfrutar de sus familiares y amigos. Podrá estar libre durante tres años o no, o más; pero, va a tener esa oportunidad, incluso de que hasta le rindan un homenaje o varios, en menosprecio de las víctimas del terrorismo etarra. Al menos, se podía informar a la ciudadanía si este delincuente ha pedido perdón, si ha mostrado su arrepentimiento y si, al menos, ha colaborado con la Justicia. Lo que sí sabemos de cierto es que Zaplana continúa sin obtener un permiso para sobrellevar la grave enfermedad y la de su esposa, juntos en su hogar.

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