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lunes, 18 de marzo de 2019

La paciencia del Estado, o la dejadez

Era más que evidente. Pero, bueno. está bien que se vayan produciendo sentencias en este sentido. No hubo "exceso policial en las cargas de la Guardia Civil en el referéndum del UnoaCero en la población catalana de Castellgalí. Así de contundente se muestra una juez de Manresa; es más, defiende a los agentes del orden y su actuación "compatible con el uso de la fuerza mínima imprescindible de quien se enfrenta con las fuerzas del orden público en un momento de tensión". La juez ha archivado la causa. La denuncia fue presentada por la directora del colegio donde se realizó la votación y unos cuantos votantes.
También descarta la juez que se vulneraran los derechos fundamentales de reunión y manifestación. Lógicamente, se cae por su propio peso, porque las concentraciones se efectuaron "fuera del cauce normativo" y los concentrados mostraban "un comportamiento pasivo intencional de carácter obstativo frente al ejercicio de la función pública".
Probablemente la sentencia hubiera quedado más completa si la juez hubiera acusado por su parte a esos ciudadanos que se dicen pacíficos y demócratas de haber obstaculizado a sabiendas la labor de la "función pública". O, al menos, si hubiera informado a la fiscalía de las intenciones malévolas de los allí congregados y a la directora del centro por no haberse negado a entregar las llaves del centro.
Es seguro, no obstante, que tiene que haber otras muchas causas abiertas en diferentes juzgados de Cataluña en relación con los hechos violentos de los independentistas durante esos días, y no sólo el día del referéndum ilegal. Por ejemplo, que pintaban en todos los "guisaos" los bomberos, uniformados, que lucían en sus vehículos la bandera estrellada. ¡Alguno, más de un "palete" se llevó! Que denuncie.
Qué se ha hecho de todos los tractoristas -los agricultores más y mejor subvencionados de España- que obstaculizaron las carreteras con sus "panzer" con el riesgo de ocasionar graves accidentes, a la que vez que coartaban la libertad de movimiento de vehículos y personas. O qué se hizo de aquellos que colocaron a los niños en medio de las carreteras -¡cobardes ellos y miserables!- para interrumpir el tráfico. O de los que quemaban neumáticos con el mismo fin. O de aquellos que cortaban el tráfico de los trenes, tomando las estaciones, que no era ninguna broma. O de aquellos que destrozaron mobiliario urbano.
Queremos saber. Tenemos derecho a saber si hay o existen causas abiertas al respecto. O si no las hay. O si ya se han cerrado. Y, en cualquier caso, conocer cómo se han resuelto. Alguien tiene que informar a la ciudadanía de lo uno o de lo otro. Simplemente por la gravedad de los hechos, que todos pudimos contemplar en directo por las televisiones. Los que lo hicieron tienen que cargar con las consecuencias y penar de acuerdo a su delito. Porque fueron muchos los que delinquieron.
Es lo mismo que está sucediendo con el nazi xenófobo de la Generalidad. De nuevo la Junta Electoral Central le ha concedido una prórroga de veinticuatro horas para que retire los lazos amarillos y las estrelladas de los edificios públicos. No sólo no lo ha obedecido elCebonico, sino que se trajo lazos y estrelladas a Madrid. Una vez más el nazi desafía al Estado; una vez más, el delincuente se pasa por la entrepierna todo lo que le es obligado obedecer. Y no es eso, no es eso.


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