Así es como
trabajaban estos profesionales de la guerra de guerrillas, o guerrilla urbana,
los indepes catalanes, pacíficos ellos, demócratas ellos. El día del UnoaCero, con el consentimiento y con la
alianza más ruin de los cobardes Mocetes
de la Escuadra, tomaron los colegios y extendieron fairy por el suelo, para cuando llegaran los policías nacionales y
los guardias civiles; una vez que estos resbalaban los demócratas pacíficos se
empleaban a fondo para darle patadas a los agentes, en lugar escogido: en la
cabeza. Para impedir la entrada a los colegios de guardias civiles y policías
nacionales los indepes colocaban en primera fila a niños y a ancianos.
Con las declaraciones
en el juicio contra los golpistas catalanes nos estamos enterando ahora,
después de más de un año de la violencia organizada que ejercieron los
independentistas contra los agentes del orden, traicionados desde el primer
momento por la policía catalana al servicio de los golpistas. El exsecretario
de Estado de Interior les dio a los
independentistas un repaso de arriba abajo. Como titulaba un medio de
comunicación, les hizo un traje a medida. Valiente él, que no se cortó un pelo.
Los abogados de la defensa de los golpistas ni sabían por dónde les venían las
andanadas.
No estuvo del
todo mal el exdelegado del Gobierno en
Cataluña, Millo. Fue Millo quien destapó la trampa del Fairy
y quien cortó otro traje, no tan perfecto como el del exsecretario de Interior,
pero suficiente como para dar una idea del infierno al que se vieron sometidos
los policías buenos, porque de los malos, los Mocetes de la Escuadra, quien pintó su óleo fue el coronel de la Guardia Civil, López de los Cobos.
De los Cobos fue
el encargado por la fiscalía de coordinar todos los efectivos de las tres
policías, lo que no le gustó al traidor Trapero,
jefe de los mocetes de la Escuadra; tampoco le gusto al procesado Form –entonces consejero de Interior de
la Generalidad catalana, que fuera
López de los Cobos el coordinador. Bien lo ha expresado De los Cobos: desde el
primer momento desconfiaron de que los mocetes fueran a colaborar en el cumplimiento
de la orden judicial para impedir la celebración del declarado referéndum
ilegal. Lo que los de Trapero hicieron fue una verdadera pantomima, un engaño
al Estado y una desobediencia total
a la orden judicial.
Con el juicio a
los golpistas catalanes, estamos conociendo las barbaridades cometidas y la
violencia generada y ejercida por los indepes. Si alguien abrigaba dudas sobre
la conveniencia o no de la orden del juez Llarena
de enviar a prisión a los cabecillas de la revuelta, con lo que estamos conociendo
se disipa cualquier atisbo de imprudencia por parte del juez instructor.
Lo que no se entiende,
eso sí que no se comprende, es cómo hasta este momento se ha mantenido el
silencio sobre estos hechos que estamos conociendo y, sin embargo, no se han
hecho públicos para contrarrestar las mentiras y las imágenes manipuladas y
muchas de ellas correspondientes a hechos anteriores al UnoaCero. Se ha
permitido que de forma impune los golpistas hayan creado una imagen
distorsionada de España en Europa y en otras muchas partes del
mundo.
Lo que sí se
sabía es que el Gobierno estaba en posesión de imágenes de las barbaries de los
independentistas, pero que alguien ha evitado o prohibido que se difundan. La
orden no puede partir de otro sitio que no sea el Gobierno de España, presidido
entonces por Rajoy. El porqué de
este oscurantismo resulta del todo incomprensible. Como incomprensible resultó que
Rajoy no disolviera a los mocetes de la Escuadra “fuerza armada” de los
golpistas. Como incomprensible resultó la aplicación de miel del 155 y la
convocatoria precipitada de nuevos comicios en Cataluña.
Todo lo que
sucedió con anterioridad a la celebración del referéndum ilegal, la declaración
unilateral de independencia por parte de los golpistas, todo lo que ha sucedido
después y la situación en la que nos encontramos, en la que se encuentra el
país entero, tiene un responsable y se llama Rajoy, a quien acompañan en la
terna su exVice, Soraya Sáenz de Santamaría,
un exministro de Economía –azote de los contribuyentes y mano de bálsamo para
los golpistas, Montoro- y un
ineficaz e inútil ex ministro del Interior,
Zoido. Sus intervenciones en el
juicio, de vergüenza ajena.
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