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miércoles, 27 de marzo de 2019

Tuvo que ser el escritor

El escritor universal tuvo que ser quien silenciara al emperador mexicano -y a su esposa-, antes de que el presidente del Gobierno de España se haya atrevido a defender a su propio país y a su propia lengua. Lugar y tiempo ha tenido, pero entretuvo el tiempo en visitas y no se dio cuenta de que el lugar era el más idóneo para acallar la imbecilidad de López Obrador y de cualquier otro mandatario latinoamericano, por si le llegaba la tentación. No defiende Sánchez ni en casa a su propio país, como para hacerlo en tierra extranjera, que se supone amiga.
Puede que Sánchez se avergüence de ser español en el extranjero, puede que sea un "acomplejao" -lo cual no parece muy cierto, porque tiene más cara que espalda- o puede que sea más ignorante, todavía mucho más de lo que nos temíamos. Por eso, ha tenido que ser el escritor peruano, premio Nobel, Mario Vargas Llosa, quien mejor ha defendido a España, allí donde España llegó hace quinientos años. Por eso, porque llegó y llevó el progreso a las américas es por lo que el mexicano pretende que nuestro Rey, Felipe VI, le dé la satisfacción de pedirle perdón. ¡Valiente meapilas el mexicano, extemporáneo!
La carta que España le ha remitido desde el ministerio de los Exteriores no ha convencido a Obrador. La verdad es que no ha convencido ni a los propios españoles, que una cosa es la diplomacia y lo insulso y anodino -como es el caso- y otra muy diferente la firmeza y la contundencia que faltaban en la misiva.
Por eso tuvo que ser el escritor peruano el que le salvara el culo a Sánchez, porque lo que le ha dicho Vargas Llosa al impenitente presidente mexicano es extensible a todos los mandatarios latinoamericanos y a muchos políticos españoles, desde el propio presidente Sánchez a los situados a su izquierda, como los podemitas, de elPabloManué, e izquierdosos unidos, como lo es el analfabeto funcional Garzón, que por no saber no sabe ni la u.
Tuvo que ser el escritor el que le dijera al mexicano que la carta que remitió al Rey de España exigiéndole disculpas se la podía haber remitido a sí mismo y preguntarse por qué tiene México todavía, después de quinientos años, "miles de indios marginados, pobres, ignorantes y explotados". La pregunta la hace el escritor, con un par, a todos los presidentes latinoamericanos, porque considera que el problema no está en el pasado, que no es el de los españoles de hoy, los que se quedaron es España.
En definitiva, tuvo que ser el escritor el que revelara en el foro del VIII Congreso de la Lengua Española, que inauguró con su discurso, lo que todos sabemos, los latinoamericanos allí y los españoles aquí, y que nadie se atrevía a expresarlo públicamente: que el problema afecta a los españoles que se quedaron allí, los abuelos, bisabuelos y tatarabuelos de Obrador y de millones de latinoamericanos, "orgullosos de tener ancestros españoles".
Y, por supuesto, tuvo que ser el escritor, quien afirmara que la lengua española es algo más que un instrumento de comunicación: "son ciertos valores, conocimientos, porque con la cultura y la lengua españolas llegaron a nuestras costas muchas otras cosas". Asintieron el presidente de Argentina, Mauricio Macri, y el Rey de España, Felipe VI, que presidían el acto.

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