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sábado, 20 de abril de 2019

Además, tramposos

Nada, que a poco que nos descuidemos, nos sale dando un mitin el juez presidente del juicio a los golpistas, Manuel Marchena. Nuevo turno para un golpista, quizá, el más tonto, el más analfabeto y menos ilustrado de todos los golpistas. Por eso para él es algo así como un honor -porque ni sabe lo que es el honor- estar en prisión y desde allí poder dirigirse a todos los zánganos que lo siguen o continúan -porque haberlos haylos, seguidores, digo-, que de todo hay en la viña del Señor. Otro Yordi, el que fuera vicepresidente de la Generalidad, Turull, soltó su espiche desde la cárcel.
Tampoco quiere esto decir que los otro once apóstoles encerrados, acusados y juzgados por el Golpe de Estado sean unos lumbreras, ni por supuesto el listillo del hombre bajito y cabreado, que está dándose la vida padre en Waterloo. En general son todos ellos unas mentes retorcidas, que si no fuera por la política y el dinero que ésta les otorga, no sólo a ellos sino a toda la "vasca" que los apoya -también por la misma razón, la pasta gansa- serían, como mucho, anónimos ciudadanos normales, que se pasarían el día, como los demás, pensando en cómo poder llegara a finales de mes. A algunos, quizá, les tocaría vivir de la limosna recogida en una esquina.
De ahí que para estos elementos sea un honor el estar en prisión, tratando de emular a héroes patrios -de lo que creen que es su patria- y se sientan tan orgullos y satisfechos. A sus familias las mantiene el régimen, y todos tan contentos, que mejor esta situación que recogiendo colillas por las calles.
Eso, que a ver quién es el próximo golpista al que le toca largar lo suyo. No sería nada de extrañar que nos viéramos en pantalla al ex consejero de Interior, el tontorrón Forn, que lleva más tiempo encarcelado que el que estuvo formando parte del Gobierno de la Generalidad ¡Avispado el tío! De ese calibre, todos ellos.
Lo incomprensible es que estando en prisión y juzgados y con los cargos que pesan sobre ellos -rebelión, malversación de fondos públicos, desobediencia- tengan la oportunidad de soltar sus soflamas desde la cárcel. Seguro que esa oportunidad no se la darían a El Lute, si estuviera ejerciendo ahora su profesión de "robagallinas". Pero, ya vemos, que a estos sí. Tenemos una Junta Electoral Central y un Supremo, que, oigan, te cagas lorito.
Lo más gracioso es que ninguno de los partidos políticos que anda a la greña por la calle parecen tan contentos de que esto sea así. Pues, que los zurzan a los unos y los otros, que llegado será el momento en que haya que votarlos. Una persona, un voto. A rajatabla. Lo saben hacer mejor los golpistas, que en su referéndum del UnoaCero los había que votaron doce o catorce veces, y hasta en diferentes provincias. Luego, claro, había más votos que votantes en el censo. Pero, para ellos el resultado era el que fue, que no era otra cosa que el mandato del pueblo. Jéjé. Y encima tramposos.
 
 
 
 

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