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martes, 23 de abril de 2019

El casoplón y la Constitución

Los gritos de auxilio, socorro no han llegado más allá de los medios que lo aúpan y lo sostienen, los medios de comunicación separatista, encabezados por el papel del Conde de Godó. Es cierto, como dice el ministro socialista Borrell, el de los Exteriores, que nadie escucha al nazi de la Generalidad y que nadie cree a este xenófobo guerra civilista. Pero él, erre que erre venga a gritar para atraer la atención. En la festividad de San Yordi -santo como los dos Yordis encarcelados-, el cenutrio presidente catalán, en vez de utilizar el clavel y el libro de la concordia, lo que ha hecho ha sido pedir auxilio.
Lo ha hecho en lo que debería haber sido su discurso institucional, que, como es lo lógico en un sinvergüenza como él, lo ha utilizado para hacer política partidista. Eso sí, de la barata, de la rastrera, de la barrio bajera. Ese es él, el nuestro independentista con ansias de subir a los altares. Aunque, de momento, no pasa de monaguillo, a las órdenes de "la voz de su amo".
O sea, el no presidente de todos los catalanes, que ni tiene categoría para lograr menospreciar la lengua Española, ha hecho su discurso político en Catalán, pero ha obviado también esta lengua universal para dirigirse al mundo en Inglés. Ahí es cuando ha pedido auxilio y socorro que me ahogo, porque España lo aprisiona, por más que él y los catalufos y los golpistas claman libertad. Pero, no dijo nada del valle de Arán.
La pepera Cayetana, como no podía ser de otra manera, le ha contestado al supremacista catalán que esto del nacionalismo o del secesionismo es peor que una peste. Así y todo se ha quedado corta. Porque, además de peste, se puede equiparar a una enfermedad venérea contagiosa por sus partes pudendas, y eso suele suceder cuando el uno engaña a la otra o viceversa; luego, vienen embarazos no deseados y unas criaturas que, en su mayor parte, desconocen a uno de sus progenitores.
Al menos, sí que se tiene aprendido el guión el animador a la violencia de los de Arran, los hijos putativos de las Cup. Entre el espacio del paréntesis de los dos debates electorales, el decrépito neandertal ha logrado meter cabeza. Cosa que no ha sabido hacer, ni ahora ni nunca, el presidente castellano leonés, Juan Vicente Herrera, en el Día de la Comunidad, en el día de Villalar, que como siempre pasa con más pena que gloria y por agua. Herrera era el que le decía a Rajoy -culpable de muchos de los males que hoy nos aquejan- que había que mirarse al espejo, cuando él ha dejado Castilla y León peor que un erial.
En fin, que nos queda el debate definitivo, en el que acaso, digo acaso, se trate en profundidad el ocaso catalanista. De ese debate en Atresmedia depende la orientación del voto de más del cuarenta por ciento del censo. Como todos ganaron en el debate de laTve, lo tienen difícil para superarse. Para Aznar ninguno tiene ni media hostia.
En especial, y sobre todo, el de la extrema izquierda, el podemita elPabloManué, que se presentó al debate recién duchado de urgencia y con sus mejores vestidos de gala de albañil -con el perdón de los del gremio- recién bajado del andamio. Luego se fue a dormir al casoplón de Galapagar, satisfecho porque la Constitución obliga a que todo "quisqui" tenga un techo bajo el cual refugiarse. Puede que en esta ocasión se presente con mono. No le quedaría mal. A este nadie le ha explicado que cuando a pesetas a pesetas.

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