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domingo, 28 de abril de 2019

Y Nacho se rasgó las vestiduras

Valiente intervención y dura la de Nacho Duato en la noche del sábado en la teuve púbica. No dejó títere con cabeza, pero en su propia familia, principalmente en lo referido a su padre. Participaba el bailarín como miembro del jurado del programa "Prodigios". Una promoción de la música o de las bellas artes, o de sus intérpretes, que falta hacía en este país. Pero con un formato totalmente equivocado, totalmente erróneo. Los jóvenes prodigios que participaron en el mismo lo son de todas las artes a la vez. El absurdo llevado a la pantalla. Pero, menos es nada.
Presentado por Boris Izaguirre, el programa termina convirtiéndose en todo lo contrario de lo que pretendía: resulta lento y aburrido; pero, lo peor, viene a mezclar las "churras con las merinas", sin ánimo de ofender, porque participan con vistas a la victoria los verdaderos prodigios, pero el formato mezcla las edades, los instrumentos, los bailarines y los cantantes. Absurdo.
Al final, ganador, un joven bailarín, que competía contra un instrumentista y un cantante. La sin razón. Pero, no por ello pierde su mérito el ganador, el joven bailarín que destrozó la intimidad de nuestro Nacho Duato, que en su intervención como jurado no pudo por menos que recordar sus inicios al bello arte.
Tuvo Nacho palabras duras, durísimas contra su familia que no lo entendía, porque lo que él pretendía cuando tenía tan solo trece años era bailar, ser bailarín, y eso, entonces, era cosa de las mujeres. Tuvo que ir a la academia de baile a escondidas y esconder los bártulos para ejercitar el baile.
Pero fue especialmente duro Nacho contra su padre, que, al parecer, no le facilitó en absoluto su elección y que continuamente le achacaba el que no hablara como un hombre, cuando tan sólo, decía Nacho, tenía trece años. Un Billy Elliot español, sin duda, que se hizo asimismo, que ha triunfado en todos los escenarios importantes del mundo de la danza. Pero quizá con un final no tan feliz como el de Billy, que terminó triunfando, pero gracias al apoyo de su familia. Sin embargo, Nacho Duato confesó que su padre, en toda su vida profesional, solo lo ha visto actuar cuatro veces. Muy duro el alegato de Nacho.
No obstante, de las palabras de nuestro bailarín se infieren algunas conclusiones importantes. Por un lado, la dureza de dedicarse a una de estas artes, sobre todo en aquellos tiempos, por parte de la familia y de la sociedad. Ahora, quizá, familias y sociedad se muestran más abiertas a ello, pero la dureza permanece, porque tanto músicos, como cantantes y bailarines trabajan en silencio, con gran dureza y sacrificio físico y económico, con muy pocas ayudas.
Quizá las palabras de Duato sirvan de reclamo a los ciudadanos en general y a los políticos en particular para que estas bellas artes puedan tener más penetración en la sociedad y que los que a ellas se dedican puedan disfrutar de mayores facilidades y ayudas, sobre todo, económicas. Como recordaba Duato, suerte tienen los jóvenes de ahora de vivir en libertad para poder desarrollar sus ilusiones y deseos. Sí, hasta ahí bien. Pero falta el apoyo institucional, como, por ejemplo, tienen los deportistas de élite. Artistas españoles los hay de élite, aunque muchos trabajan, por obligación, en el extranjero. 

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