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viernes, 14 de junio de 2019

Al borde la línea roja

Ya empezamos de nuevo. No es todavía presidente del Gobierno de España -lo es en funciones- y ya está maquinando Sánchez el reinicio, a luces vistas, del "diálogo" con los golpistas, secesionistas, separatistas y demás delincuencia. Que se sepa, Sánchez dejó el diálogo con los delincuentes estos -o más bien hizo un paréntesis, eso trata de aparentar- por los períodos electorales recientes. Pero, sin disimulo ni vergüenza va, y anuncia un nuevo e intenso diálogo a través de las embajadas y consulados españoles por el mundo.

Está haciendo de estos organismos oficiales, las embajadas y consulados, un verdadero apéndice ideológico de su partido. Como ya digo, sin vergüenza ni rubor, ha remitido a estas entidades públicas un argumentarlo, obligatorio, para que el personal, funcionariado público, haga saber que el nuevo --próximo Gobierno de Sánchez, si antes no hay de nuevo elecciones anticipadas- se marca como prioridad reanudar el diálogo con Cataluña, es decir con los golpistas, secesionistas, independentistas y con todo ciriburri contrario a la unidad de España.
Pese a que los delincuentes votaron en contra de sus presupuestos e, igualmente, impidieron la llegada de su hombre de confianza -o no- en Cataluña, fray Bailón Iceta, a la presidencia del Senado, el documento que desde La Moncloa se ha remitido a las embajadas para que hagan de correa de transmisión del ideario socialdemócrata destaca la voluntad de Sánchez por el diálogo, habiendo colocado al frente de Congreso y Senado a dos catalanes.
En definitiva, este documento, remitido a las embajadas, lo que no es nada normal al ser un ideario de partido, significa el anuncio oficial del reinicio del diálogo con los golpistas -independientemente del que se sospecha que ya mantienen ambas partes en secreto-, diálogo que de seguir el camino del interrumpido puede costarle a Sánchez un gran disgusto, superior al que le puedan dar las urnas en su momento. En el anterior diálogo Sánchez rozó la línea roja de la traición a España.
De hecho, Sánchez se puede topar de frente con otro de los poderes del Estado, el Judicial. En concreto, la fiscalía ha mantenido -pese a las presiones- la acusación de rebelión contra los golpistas catalanes -no así la sumisa Abogacía del Estado- y se ha opuesto a que el cerebro del Golpe, Oriol Yunqueras, pueda hacerse con el acta de eurodiputado, a lo que no se oponía la Abogacía, mandada por Sánchez.
Decidió el Tribunal Supremo, con la ley en la mano y la lógica que no tiene sentido permitir al chorizo Yunqueras salir de España y alcanzar la impunidad parlamentaria. El juicio contra los golpistas no habría tenido sentido. Aunque Sánchez, que ya se considera casi Dios, estaba convencido de que Yunqueras saldría de la cárcel para hacerse intocable: "no te preocupes", le dijo Sánchez a Yunqueras en el Congreso.
También le ha tocado el gordo al prófugo de la Justicia, elPuchi, que ese sí que vive como un rey en Waterloo. El Supremo va a multarlo por sus malas mañas y falta de buena voluntad en los escritos dirigidos a este alto tribunal para que anule la orden de busca, captura y prisión inmediata contra él emitida por el juez Llarena. Imaginarse pueden las lindezas que el golpista huido y sus abogados lanzan no ya solo contra el juez instructor del juicio contra los golpistas, sino contra el propio tribunal, lindezas que el golpista y su energúmeno equipo está haciendo correr por Europa, sin que el Gobierno haga nada por pararlas. Sánchez, ciertamente, está más preocupado por hacer correr su ideario a través de las embajadas, en imitación de los golpistas.

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