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martes, 4 de junio de 2019

El Golpe y la rebelión

Déjense de tonterías, que lo que allí hubo en Cataluña, que nos afectó aquí, al resto de España, fue un verdadero Golpe de Estado, que lo vimos todos por la tele, coño. Una verdadera rebelión, con la violencia necesaria, de una banda criminal, desobediente, perfectamente organizada, que se llevó descaradamente los dineros públicos para -por si era poco- financiar el Golpe y vaya usted a saber si algo quedó en la faltriquera. En resumidas cuentas, esto es lo que vinieron a decir los fiscales del juicio contra los políticos catalanes presos por delincuentes, no por sus ideas. Eso está más que claro, aunque ellos prefieren pasar como mártires de la causa.
Antológica la cara de Yunqueras y el gesto de su abogado defensor cuando el fiscal Zaragoza espetó a primera hora de la mañana que lo de los chorizos juzgados había sido un Golpe de Estado desde marzo a octubre del diecisiete y que él, el hombre que pone el ojo donde pone la bala, había sido -a falta de la presencia de elPuchi- el máximo promotor del mismo. Seguro que en esos momentos a Yunqueras se le pasó por la mente las cárceles catalanas, un indulto o una amnistía. Veinticinco años de prisión es toda una vida entre rejas. La que quería ser la cara amable del Golpe, Yunqueras, desfiguró en décimas de segundo todo su ser.
Es muy probable, también, que por la mente de Yunqueras pasara la imagen y figura de elPuchi, comiendo mejillones y patatas fritas en Bruselas o en Waterloo, quejándose ante los medios de comunicación que todavía le hacen caso de que no le permitían el acceso como europarlamentario al Parlamento Europeo. Pero, vivito y coleando; como huido de la Justicia española -que se la suda-, siendo culpable del mismo delito, pero en libertad.
Justamente en este día, al que a Yunqueras se le caen los palos del sombrajo, elPuchi logra entrar en la sede europea, aunque no por su cargo sino como invitado de un europarlamentario catalán. Pero entró, que es lo que él quería, y luego a presumir ante la prensa, mientras Yunqueras se iba a almorzar sin tan siquiera poder pensar en qué plato le tocaría.
Lo de la Abogacía del Estado, pobres dos señoritas, resultó de vergüenza ajena, porque ya era esperada la "disertación". Ya los fiscales habían demostrado por activa y por pasiva que hubo un Golpe de Estado, una rebelión, incluso violencia -lo que no era necesario para una rebelión de ahora-, desobediencia y malversación de dinero público, que se cifra en más de tres millones de euros para preparar el referéndum. Tras todo esto a la Abogacía le quedaba muy poco por decir. Así y todo, las señorita "fiscala" -que tampoco ha aportado mucho en el juicio, como su compañera- se empeñó en hacer del Golpe y la rebelión una sedición. También es grave el asunto, pero se cotiza menos en años de permanencia en prisión. Sólo le faltó cerrar su intervención con un "he dicho, como me han dicho que diga por orden y de parte de Sánchez". Amén.
La acusación popular, encarnada en los representantes de VOX, el partido de Abascal, más de los mismo. Apoyaron y suscribieron lo dicho por los fiscales, pero poniéndose siempre énfasis en lo de banda criminal.
Las acusaciones particulares, ciertamente hundidas, porque parece que esto tiene poco recorrido, intentaron -y por poco lo logran- enervar y poner en entredicho al presidente de la Sala, el juez Manuel Marchena. Se quejaban de los tiempos que tendrían los defensores para ejercer el derecho de defensa de sus patrocinados. Marchena los dejó en ridículo y por mentirosos: eso estaba ya pactado entre el tribunal, defensores, fiscalía, Abogacía del Estado y acusación popular. Y a correr.

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