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jueves, 20 de junio de 2019

Las cárceles son solo para el verano

En medio de toda esta "orgia" de pactos, de arreglos y desarreglos, nos salió Blas, el del punto final. El expresidente del Gobierno de España, el pepero Mariano Rajoy, tiene la cara dura de salir dando consejos a los demás, abogando por un esfuerzo para que España tenga un Gobierno estable y no haya que repetir elecciones. Consejos vendo que para mi no tengo. Las elecciones le dan fobia a este personaje, personajillo, al que le debemos los españoles la mayor parte de los males que hoy padece el país. Nos dejó tirados por mantener la amistad con su amigo Yoniwalquer.

Es demencial que este tipejo nos venga ahora dando consejos, revolviendo las tripas del personal. Es demasiada cara dura. Tendrá que pasar mucho tiempo para que se le perdone y se olvide su cobardía en tiempos tan revueltos y convulsos como fueron los suyos durante la moción de censura. Cuatro años estuvo disfrutando -viéndolas pasar- desde el balcón de una mayoría absoluta, cuatro años que desperdició desde el principio al fin. Bien sabe él que los males que padece España, y los que acechan, se deben en gran parte a su inoperancia, a su miedo, a su incapacidad como presidente. Mejor se callaba y dejaba de poner picos y cuñas en el camino de un partido que ya no es el suyo y del que tienen memoria amarga de él.  Punto y a parte.
Eso. Que ya estamos en otra historia, la del traslado a prisiones catalanas de los golpistas, que con tanto ir y venir se nos está juntando una pasta. Ya ha preguntado el Gobierno de Sánchez al Supremo si los golpistas pueden ser trasladados, a lo que el Supremo no se opone. El intríngulis está en que el Supremo no decide, sino que es el Gobierno quien tiene la última palabra, por más que quiera lavarse las manos, a lo Pilatos. A través de Instituciones Penitenciarias, dependiente del ministerio del Interior, es decir de Marlaska, se tomará la decisión y responsabilidad de ese otro viajecito de los presos.
Será un nuevo gesto del Gobierno, y de Sánchez personalmente, hacia los golpistas y, más en concreto, hacia Oriol Yunqueras, el de la bala. Forma parte del "no te preocupes". Es el gesto que le ha pedido a Sánchez -luego vendrán más- el loco xenófobo de la Generalidad catalana. Porque, hay que incidir, los golpistas serán llevados a prisiones catalanas por la voluntad de Sánchez, no del Supremo, y por orden de Instituciones Penitenciarias, dependiente de Interior, de Marlaska, dependiente del presidente del Gobierno, de Sánchez.
La reclusión de los presos en prisiones catalanas será para ellos algo más que un regalo. Significará, en principio, como llevarlos a sus propias casas. Eso ya lo vimos en el tiempo que permanecieron allí antes del juicio en el Supremo: visitas continuas saltándose el reglamento, reuniones, veladas hasta altas horas de la madrugada y lo que no sabemos; pero, que los demás presos no pueden disfrutar.
Hasta el fallo del Tribunal Supremo -que se prevé para octubre-, los golpistas encarcelados disfrutarán de un régimen blando, por no decir semiabierto, de enchufados de primera, para ir ensayando lo que vendrá después y que ya estamos viendo con el hijo del delincuente que fuera presidente de la Generalidad, Yordi Pujjjol. Oriol Pujjjol, el hijo de su padre, encarcelado por la pasta que se llevó por las instalaciones en Cataluña de las ITV, disfruta de un régimen especial, que le permite trabajar en la calle de día y descansar por la noche en prisión. Es una gracia de la Generalidad, de quien dependen las cárceles en Cataluña.

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