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jueves, 18 de julio de 2019

La Generalidad espía a los jueces

Si lo dudaba, el podemita de la extrema izquierda, conocido por elPabloManué, ya lo tiene claro. Sánchez no lo quiere ver ni en pintura, ni "pintao". Vamos que no lo ajunta, ni le hace sitio en la mesa del Consejo de Ministros. Afirmaba días atrás el podemita que no creía que Sánchez le estuviera mintiendo. Hombre, así, como tal, puede que no. Sánchez sólo le estaba dando carrete, descaradamente. El podemita no quería reconocerlo, porque le resultada humillante. De pasar de posible vicepresidente del Ejecutivo a formar parte de un Gobierno de cooperación es mucho.
Esto último sin que elPabloManué  fuera incluido en el Gobierno como vicepresidente. Pero, el caso es que el podemita pedía más y más y, si se quiere, más: vicepresidente del área "Social" y los ministerios de Hacienda y Trabajo, el área de Seguridad Social y, no por menos esperado, sí sorprendente, la responsabilidad de la Comunicación del Gobierno. Vamos, como si hubiera sido el podemita el que ganó las elecciones o tuviera unos pocos menos sillones en el Congreso que laPesoé.
Sánchez le ha mentido al podemita. No sólo eso: lo ha humillado y despreciado. No lo quiere en su Gobierno, por chulo, por impositor y, sobre todo, por mal patriota o, si se prefiere, por traidor. El podemita continúa insistiendo en que en España hay presos políticos, idea con la que parece no está de acuerdo Sánchez. Lógicamente, consecuentemente, Sánchez no puede mantener a su lado al podemita, que le exige, entre otras cosas, ser él el que lleve la comunicación del Gobierno. Es decir cederle la posibilidad de un Ejecutivo paralelo o en la sombra.
Las cartas sobre la mesa. Ya nos hemos enterado todos de las pretensiones del egocéntrico podemita y de los cortes y recortes que le ha metido Sánchez. No obstante, el socialista no va a rechazar los votos de los golpistas y de los etarras -que también son apátridas- para su investidura. Si le llegan le llegan, pero él preferiría, y así lo expresa, la abstención en la votación de investidura de peperos y ciudadanos, buscando la centralidad que le han pedido los expresidentes González y Aznar. Hasta aquí llegamos ahí.
Porque si estábamos faltos de historias, el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) nos brinda otra nueva, pero de extrema gravedad, tal cual es la investigación que este órgano judicial ha abierto contra la Generalidad catalana, por espionaje a los jueces que en esa región ejercen su profesión.
La alarma surgió días atrás con el intento de "jakeo" de los ordenadores de los magistrados que han intervenido en el juicio contra los delincuentes catalanes golpistas y, ahora, con mensajes que han recibido los magistrados de Cataluña en los que se les plantean unas serie de cuestiones a las que se ven obligados a responder para poder continuar utilizando sus ordenadores.
Este espionaje permite a la Generalidad catalana, es decir al nazi xenófobo, conocer de los jueces la identificación de su ideología, afiliación sindical, religión, orientación sexual, creencias u origen racial o étnico y condenas e infracciones penales. Si Hitler hubiera dispuesto de las nuevas herramientas de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC), habría hecho lo mismo.

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