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jueves, 4 de julio de 2019

Soporte de escándalos

Nada, que no hay manera, oigan. Que dice la Generalidad de Cataluña, o sea el nazi y xenófobo presidente catalán, que quiere en libertad al hijo del expresidente Yordi Pujjjol y la Justicia se pliega a sus deseos. En contra, por cierto, de la fiscalía. No llevaba ni dos meses y medio el hijo de Pujjjol, Oriol, en prisión, a la que estaba condenado a dos años y medio por los escándalos de las concesiones de las ITV en esa región, cuando van y lo dejan en libertad, de lo que se denomina Tercer Grado, cuando por ley no le correspondía.
Podía salir durante todo el día de prisión para trabajar -entiéndase choricear- o realizar trabajos sociales. ¡Jéjé, trabajos y socializaciones para la su cartera! Todo lo relacionado con este personaje termina en la guita. Hasta que un juez dijo que no, que tenía que volver a la cárcel. Hasta que el mismo juez dice ahora que sí, que puede salir de prisión, pese al informe en contra de la fiscalía.
Las razones con las que argumenta el juez y se desdice de su decisión anterior causan estupor y sonrisas y lágrimas y rechazo y alarma social. El juez ve en el reo "circunstancias positivas", como "su primariedad delictiva, asunción de los hechos y el reconocimiento público de los mismos, el bajo riesgo de reincidencia, la adaptación de su conducta a la normativa regimental, así como el diagnóstico social positivo y su integración socio familiar, ostentando en la actualidad un empleo como agente comercial en diferentes empresas".
Vamos, que todo un santo bajado del cielo para hacerse mortal, el Oriol Pujjjol. Todo si no fuera porque delinquió y se forró y llegó a un pacto con la fiscalía para rebaja de la pena y que su mujer, esposa o compañera o amiga con la que cohabita no entrara en la cárcel para mujeres. Sí, todo un santo, procedente de una familia santa, comenzando por el cabeza de la misma, el expresidente y exhonorable Yordi Pujjjol. Una familia que rezaba unida y unida sacaba las bolsa de basura a las papeleras de Andorra.
Lo del hijo Oriol puede ser tan solo la punta muy afilada del iceber. Cuando la masa de hielo se deshaga, o alguien se atreva a destruirla, el agua que fluya puede ser de mucho más que escándalo. Quizá entonces los catalanes independistas, secesionistas y acérrimos y fanáticos seguidores de los delincuentes se convenzan de que no era España quien les robaba. La zorra la tenían metida en el corral y, además, la alimentaban.
Como de escándalo vergonzoso se puede calificar la declaración que el demente presidente de la Generalidad  hizo ante el juez en relación con la orden que la Junta Electoral Central (JEC) le dio de retirar los lazos amarillos durante el período electoral. El atocinado señor le dijo al juez que sí, que desobedeció, "porque me debo a un mandato superior de la ciudadanía en defensa de los derechos humanos". Pero es más, el indecente presidente consideró que la orden de la JEC era "manifiestamente ilegal" y que ese órgano judicial no era competente para dictar dicha orden y que no es una autoridad superior a él. Lo dicho.

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