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lunes, 19 de agosto de 2019

La UE tiene que intervenir

Mientras que frente a las costas libias parece que una patera ha naufragado y puede que se haya producido un centenar de muertos, aquí continúa la polémica entre el Gobierno y la ONG del Open Arms. LaViceCalvo asegura que los del Open no quisieron atracar en Malta y se dirigieron a Italia, a sabiendas de que los italianos no los iban a a dejar atracar en Lampedusa, ni en ninguno de sus puertos, como así ha sido. Salvini de jactaba de ello, proclamando su victoria sobre el presiente español en funciones, Pedro Sánchez: "Quien resiste vence".
Sánchez ofreció, en un primer momento, y ante la negativa italiana, a acoger el barco con ciento siete migrantes a bordo, el puerto de Algeciras para el desembarque; de hecho, dio órdenes para que se preparara el `puerto andaluz. Luego, las Baleares. LaViceCalvo ha declarado que se planteaba una situación humanitaria y que España ha dado una lección a Europa.
Desde luego, la situación a bordo del Open Arms parece insostenible y el capitán del barco considera que son demasiados cinco días de travesía desde Lampedusa a Algeciras, por eso lo de Baleares. Pero, no ningún otro puerto de la costa mediterránea desde los catalanes a los valencianos. Sánchez tendrá sus razones para ello, pero afirmar, como lo hace laViceCalvo que España no puede llevar sus puertos hasta el barco de los migrantes es una salida de pata de palo. Una más de laVice, que llevaba mucho tiempo callada.
Cierto que la situación a bordo del Open se está complicando, con los migrantes muy nerviosos, hasta el punto de que algunos de ellos se han autolesionado y otros amenazan con el suicidio. ¡Tremendo! Se producen peleas y ataques de pánico. Pero, antes de brindar el auxilio, Sánchez debería haber consultado con los líderes de la oposición. Tenía que haberles pedido opinión. Ni tan siquiera avisó Sánchez al presidente de Andalucía, el pepero Moreno Bonilla. También se habría ahorrado el que el líder de la oposición, Pablo Casado, lo acusara de fomentar el "efecto llamada", como ya hiciera con el Aquarius.
Pero, más cierto es, todavía, que el problema de la emigración no lo es solo de España. La Unión Europea tiene que tomar cartas en el asunto, por razones humanitarias y por razones prácticas. No se puede permitir -la Unión Europea no se puede permitir- que las mafias, los traficantes con las personas, se estén haciendo de oro con la miseria de los que huyen o abandonan sus países de origen, que caen en manos de estos desalmados. Hay que evitar, como sea, que estas personas que arriesgan sus vidas por un modelo de vida mejor las pierdan, como sucedió no hace muchos años frente a las costas de Lampedusa y como ha ocurrido hoy frente a las costas libias.
Muchos de los migrantes que hoy, o cualquier otro día llegan a España, utilizan nuestro país como plataforma de salto para viajar a otros países de la Unión, mendigando un puesto de trabajo o creando situaciones de tensión. La Unión Europea tiene que intervenir en este problema, darle una solución. No puede desentenderse. Por el bien de todos.

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