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sábado, 31 de agosto de 2019

Muñecos de feria

Cierto. Más de una veintena de guardias civiles han sido agredidos esta semana en diferentes puntos del país. Ninguno de los agresores ha entrado en prisión, según denuncia la Asociación Española de Guardias Civiles (AEGC). La agresión más numerosa se produjo en el reciente asalto de la valla de Ceuta, por parte de doscientos migrantes, donde resultaron heridos once guardias civiles que necesitaron atención hospitalaria. El asalto, considerado uno de los más violentos en la valla-frontera de Ceuta, a decir de los expertos, no fue fortuito.
El asalto estaba planificado, probablemente por las mafias, informadas por migrantes de uno y el otro lado de la frontera. Los migrantes aprovecharon un "descuido" bastante sospechoso de los policías marroquíes, coincidiendo con el cambio de turno de los guardias civiles, y en un lugar determinado de la valla, en el paso fronterizo de Benzula. Los agentes españoles poco pudieron hacer para evitar el asalto-invasión del territorio español, pues el lugar está defendido por un reducido contingente de números de la Guardia Civil, malamente pertrechados y sin material antidisturbios.
Uno de los agentes resultó herido con abrasivos en los ojos, porque lo rociaron con ácido. Los expertos se han sorprendido de la violencia utilizada por los migrantes, que utilizaron contra los agentes palos, piedras, heces y ácido. Nada pudieron hacer los agentes, ya digo, para evitar la invasión de los migrantes. Ahora, estos disfrutan de los centros de acogida y, posteriormente, serán repartidos por diferentes lugares del país. Como reconocían desde la AEGC, algún día, mejor que tratar de impedir los asaltos habrá que recibirlos con confeti.
También se quejan desde la AEGC de la carencia de material antidisturbios para los agentes allí destinados y, sobre todo, de la escasez de números de la Benemérita para el cuidado y vigilancia de la frontera. Se quejan, no sin razón, del exagerado contingente de policías y guardias civiles que el ministerio del Interior, de Marlaska, destinó a la frontera francesa Hendaya-Biarritz con la reunión del G7, mientras que en las ciudades de Ceuta y Melilla el contingente resulta irrisorio.
A todo esto, el ministro Marlaska continúa sin dar una fecha para la retirada de las concertinas de las vallas. No se atreve a quitarlas. Y eso que vendió la medida durante la campaña electoral como una de las estrellas de su departamento. Visto el resultado de las concertinas colocadas en el puerto, donde ha descendido de manera más que considerable el número de migrantes que ha logrado entrar en España por ese punto, Marlaska no se atreve a quitarlas.
Esas agresiones, junto a las recibidas por otros once agentes en Ibiza para poner fin a una fiesta ilegal, la brutal paliza recibida por otro agente por parte de un conductor en Cuevas de Almanzora y el acto, hoy mismo, en Alsasua contra la Guardia Civil en el "Día del adiós", siguiendo los pasos de ETA, y que no ha querido suspender el juez Moreno, de la Audiencia Nacional, cierran una semana nefasta para el benemérito cuerpo de Seguridad del Estado, en la que después de tanta agresión ninguno de los agresores ha entrado en prisión. 
No es de extrañar, pues, que el desánimo se esté apoderando de los componentes del Instituto Armado que no se ven respaldados por los poderes ejecutivo y judicial y que se consideren unos verdaderos "muñecos de feria".

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