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viernes, 11 de octubre de 2019

Sánchez ensalza a los enemigos de España

Vamos que de todos los ministros de Sánchez él, Marlaska, el de los Interiores, se está ganando a pulso la antipatía del personal. Cae como un chulo. Fíjense, cuando antaño "maricastaño" presidía el Gobierno de España el socialista Felipe González  y tenía por vicepresidente a un tal Alfonso Guerra. Si recuerdan, aquel que iba de oyente. ¡Qué gran sorpresa se llevó! Declaraba entusiasmado que había descubierto a la Guardia Civil. Sí, sí, y lo contaba a todo aquel que lo quería escuchar, que éramos prácticamente todo el país, a través de la teuve pública.

Pero, chico, se conoce que Marlaska no tiene conocimiento de ello. Tan pronto abronca a los mandos del benemérito cuerpo, porque dice que no lo informan lo suficiente sobre la redada a los Cederrés, como que los deja en ridículo, pisoteados, ante los dirigentes independentistas. ¡Ya le vale! Hay que entender que cualquiera lo informa de un secreto, de una investigación exhaustiva de dos años, recordando el "caso Faisán", cuando era precisamente Marlaska el juez que lo llevaba.
Toda precaución es poca. En el "caso Faisán", los que controlaban las cuentas, las "pesetas", la contabilidad, los que pagaban a los comandos activos de los terroristas etarras se dieron el piro, eludieron ser detenidos cuando lo único que faltaba era echarles ya el guante. Un soplo, un chivatazo, los salvó. Como para no tomar precauciones con el "caso Judas". Mientras menos supieran de su existencia, mejor.
Lo cierto es que todo apunta a que un soplo, otro chivatazo, alertó de que las detenciones se iban a producir. Como en el "caso Faisán", el chivatazo ha impedido que la operación del "caso Judas" saliera redonda. Muy probablemente, se hubiera podido "pillar" con las manos en la masa a más de un político colaboracionista con los terroristas. Y todo señala que el chivatazo, maldita sea, salió del ministerio del Interior, del que, precisamente, es titular el juez Marlaska, el ministro que abronca y humilla a la Guardia Civil. El asunto está en los tribunales. A ver si con un poco de suerte nos enteramos quién fue el chivato. Aunque tampoco nos cogería muy de sorpresa.
Porque, por si fuera poco, lo que el mismo ministro ha declarado en contra de los discursos de los mandos del cuerpo benemérito en un cuartel de Barcelona, donde los guardias civiles celebraban la festividad de si patrona, la virgen del Pilar, se atreve a manifestar que los mandos de los Mocetes de la Escuadra no abandonaron el acto. En fin, un ministro, sordo -que no ha escuchado bien la intervención del general Garrido- y ciego, que no vio la "espantá" de los independentistas, cuando la hemos visto todos por teuve, quizá debiera presentar su dimisión o cesarlo Sánchez.
"La revolución de las sonrisas", como pretenden los independentistas que se vea el Golpe de Estado ha "derivado en odio", dijo el general Garrido en su discurso. Eso ha encabronado a los secesionistas-independentistas. Y por eso y otras cuatro verdades más que expuso Garrido se ha mosqueado el ministro Marlaska. Y por eso mandó a la recadera Cunillera -delegado del Gobierno de Sánchez en Cataluña- a pedir perdón a los Mocetes de la Escuadra. ¡Vergonzoso, barriobajero y navajero por la espalda! El Gobierno de España, se entiende. La socialista Cunillerra es igual que al pepero Millo. Ambos ejercieron de mensajeros de diferentes gobiernos, pero coincidentes ambos en bajarse los pantalones ante los independentistas. Así le fue al inútil Rajoy. Ya veremos por dónde le salen al prepotente Sánchez. En ambos casos los dos gobiernos bajaron la cerviz ante los mayores enemigos de España.

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