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jueves, 17 de octubre de 2019

El loco nazi desborda a Sánchez

Ahí lo tiene Sánchez, a tiro de piedra. Si no actúa ya en Cataluña, o más bien contra el demente presidente de la Generalidad, es porque no quiere. Y sus razones tendrá. O no. Pero un loco como ese no puede estar dirigiendo una comunidad autónoma española, como lo es la catalana. Bien se lo advirtió Sánchez al demente en su intervención de la rueda de prensa: le pidió que condenara la violencia, y así lo hizo el nazi entrada ya la madrugada del jueves. Y lo hizo porque estaba acorralado y culpó de las noches de los graves disturbios a los infiltrados.

No hay ningún infiltrado entre los Cederrés a los que tanto ha animado a "apretar". Esas son las consecuencias de sus arengas, que ningún fiscal se ha atrevido a denunciar. Es un loco guerracivilista, que busca un muerto que llevar a los altares para la causa independentista-golpista. Él mismo se puso ayer al frente de una de las denominadas "marchas de la libertad" para cortar una carretera. Estas marchas, que desembocarán en Barcelona el día de la "huelga general de país", como la "revolución de las sonrisas", concluirán en "lágrimas de país". Los delincuentes guerrilleros-terroristas  -nada de infiltrados- están destrozando todo lo que encuentran a su paso, hasta han atacado con cohetes el helicóptero de los Mocetes de la Escuadra y con cócteles molotov y bolas de acero a los Mocetes y a la Policía Nacional. Son los mismos que siembran el caos por las noches en las capitales de provincia catalanas con algaradas -que no son un juego-, quemando mobiliario público, coches y todo lo que se les antoja.
Son como los de Atila, y nada de infiltrados, como quiere hacer creer el nazi de la Generalidad, que pide mesura a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y a los Mocetes, mientras que permite y alienta la violencia de los Cederrés, donde militan sus hijos y familiares.
El neandertal de la Generalidad se está cargando Cataluña: en lo social, a la sociedad la tiene más que dividida, y los estragos económicos todavía no evaluados serán cuantiosos: de hecho, los Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia aconsejan a sus ciudadanos no visitar Cataluña, mientras los ferrys turísticos obvian la parada en las costas catalanas y en los hoteles aumentan de manera alarmante las cancelaciones de reservas y la hostelería está por los suelos. Continúa el goteo de empresas que abandonan la comunidad autónoma y hasta Seat ha paralizado su producción de treinta y cinco mil coches hasta que por su zona hayan pasado las "marchas de la libertad". Un caos.
Y mientras todo esto sucede, con un aumento considerable de la violencia. pese a que los secesionistas continúan vendiendo que son "pacíficos y demócratas" y que nadie los cree ya, el loco nazi ha asegurado que habrá otro referéndum -ilegal, por supuesto- y una Constitución para Cataluña, que ya elabora el "intelectual" y  "jurista" cantonto y despreciable Luis Yach.
Así están las cosas, y nadie las para, ni al loco, ni a los terroristas Cederrés. Sánchez amaga, pero no pega, y su ministro de los Interiores, el juez Marlaska, se pasa las noches "bareando" por Chueca, mientras los terroristas, bien organizados y coordinados, hacen que arda Barcelona. Mientras que los Mocetes y los policías nacionales están a punto del agotamiento, Marlaska tiene a más de mil agentes de la Guardia Civil inactivos -"escondidos", como dicen ellos-, sin poder ayudar a sus compañeros.
Todo esto sucede, mientras el presidente de la Sala dos del Tribunal Supremo, Marchena, salió ayer a disculparse por la filtración de la sentencia condenatoria a los golpistas. Pero, nada dijo de que él fue partidario, desde el primer momento, de que la sentencia lo fuera por sedición y no por rebelión. Engañó el juez a todos: al juez instructor, Llarena, a los fiscales y a varios compañeros que formaban parte del tribunal. De la sedición a la rebelión las penas para los golpistas se han reducido en algunos casos a más de la mitad. Y el Supremo les ha dejado a los presos las llaves de la prisión para que salgan cuando les apetezca. Ya lo decíamos entonces, durante el juicio, que la posición del juez Marchena no era nada clara.

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