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sábado, 23 de noviembre de 2019

Peligro: alta traición

Ya la tenemos liada. Lo ha dicho el Fray Bailón, así que todos a rezar. Oremos, porque el abate no le ve ningún reparo a una mesa de negociación con los golpistas republicanos. Ninguno, oigan. Tampoco lo vio cuando su PeSeCé votó con podemitas y golpistas en el ayuntamiento barcelonés para que se expulse, sin problema alguno, a la Policía Nacional de la Vía Layetana. Tampoco, a lo que se aprecia tiene reparos el ministro de los Interiores, Marlaska, que lo mismo le da abandonar a su suerte a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Le da igual.
Así que Sánchez a admitir y a orar con el fray Bailón, inspirado divino. Habrá mesa de negociación, con varias condiciones. La primera, como dicen los niños en los juegos, ya se dijo, vender a la Policía Nacional de la Vía Layetana por un mísero plato de lentejas, frías y con bichos. La segunda, sentar a la mesa al cerebro de los golpistas y mano derecha del que pesa mucho entre los republicanos. A la mesa se sentará Jover, el del "moleskine".
Este tal Jover lo apuntaba todo en sus libritos, y terminaron pillándolo. Tenía apuntadas citas de entrevistas, declaraciones de políticos de los suyos, planes y un largo etecé. Vamos, unas joyas los "molesquines". El paisano este está imputado en el Golpe de Estado y se ha librado, de momento, porque fue elegido diputado y ahora hay que desenredarlo para que se le pueda juzgar. No deja de ser curioso que pretendan estos golpistas subvertir el orden constitucional de España, que traten de romper el país con un Golpe de Estado y que sean las propias leyes de España las que los salven. ¡Algo no funciona bien! O alguien pretende que funcione mal. Y de eso, mucha culpa, la mayor parte, la tiene el expresidente pepero Rajoy.
O sea, que, recapitulando, Sánchez, a la orden de usía fray Bailón-Iceta, acepta formar una mesa de diálogo con los republicanos, para que estos le salven el culo en la Investidura, y para ello, de momento, accede a que se expulse a la Policía Nacional de su "casa" en la Vía Layetana de Barcelona, y además, admite que en esa mesa de negociación esté el tal Jover, que es como si fuera Oriol Yunqueras. Sánchez sienta a la mesa a un golpista, que, por supuesto, quiere la amnistía para los delincuentes presos y un referéndum. No podría ser de otra manera.
Si Sánchez se pensaba que con eso ya lo tenía todo hecho se equivocó de arriba  abajo. La cuerda con la que juegan los golpistas tiene trampa -como todo lo que ellos hacen, trampas-, es una cuerda elástica, que se estira y pocas veces se encoge. Ahora quieren los golpistas que la mesa de diálogo para el futuro de Cataluña sea una mesa entre gobiernos. Es decir, el catalán y el de España. Quieren hablar con el Estado español tal cual si fueran otro Estado, el catalán.
Por el mero hecho de aceptar esa mesa de diálogo, Sánchez estaría rozando una línea roja muy peligrosa: Sánchez estaría de nuevo -porque no es la primera vez- a punto de cometer un delito de alta traición. Aunque, claro, eso le importa un comino a quien no tiene ningún tipo de escrúpulo y sólo ansía permanecer en el poder, pese a que pueda estar rayando en la comisión de un delito tan grave como ese y tan humillante para una persona: traicionar a su propio país.
Por cierto, Sánchez continúa sin ofrecer al país el más mínimo comentario sobre la sentencia de los EREs falsos en Andalucía, que afectan de lleno a su partido, laPesoé.

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