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sábado, 28 de diciembre de 2019

Los Jack Ryan españoles en Bolivia

Es tal el vacío de poder actual en España, que hasta los marroquíes -como ya comentábamos hace unos días- nos están tomando el pelo de manera descarada. Eso lo saben hacer muy los vecinos de abajo, digo el aprovecharse de las debilidades y del gobierno de España. ¡No les duelen prendas! Y porque les da la real gana quieren ampliar su aguas territoriales hasta casi prácticamente las costas españolas de las Canarias. Cuando quisieron los moros apropiarse de la minúscula y ridícula isla de Perejil, el Gobierno de España de entonces, presidido por Aznar, los paró en seco.

Ahora, han probado a apoderarse de las aguas jurisdiccionales españolas y nadie les dice absolutamente nada; no hay una replica contundente por parte de España. parece como que España está desaparecida. La ministra en funciones de los Exteriores, Margarita Robles -que lleva también el de los militares- no sabe, no contesta. Pues, miren, tiene en sus manos dos ministerios fundamentales para atajar el problema. Pero, nada. Ni ella dice lo más mínimo, ni Sánchez parece haberse enterado. Pues casi nada lo que nos jugamos en el envite: un monte submarino rico en minerales tales como el telurio y cobalto, que se emplean en la construcción de coches eléctricos y paneles solares. ¡Mucha pasta, que como es pública, y diría el impresentable elCetapé, no es de nadie! Claro, para eso está, para que el Rey de Marruecos se forre aún más, pero a cuenta del patrimonio de España.
También está desaparecida España -o no- de la embajada en Bolivia. ¡Vaya la que se está montando! Se ha abierto una investigación oficial. Pero aquí todo el mundo calla. Es que, al parecer, funcionarios españoles, es decir policías españoles de la embajada de nuestro país en La Paz intentaron introducirse en la embajada mexicana en esa misma ciudad. Iban con armas y encapuchados. Y se da la casualidad de que en esa embajada están acogidos varios miembros de los exgobiernos de Evo Morales, el dictador huido. La pregunta es a qué coño iban armados y encapuchados a la embajada mexicana en La Paz los agentes españoles. Todavía no se sabe si a llevarse a los de Evo Morales y trasladarlos a la embajada española, o a qué si no entonces. ¡Vamos, que ni Jack Ryan, el agente norteamericano y analista de la CIA en los países árabes o en la Venezuela comunista! No es para tomárselo a risa, no. El trasfondo de la operación está por explicar y las conclusiones pueden resultar escandalosas. Tiempo al tiempo; pero, no mucho, por favor.
Tampoco aparece la diplomacia española donde más tenía que estar presente y ejercer con fuerza, con rotundidad, con huevos, su influencia. No es otro lugar que en Estrasburgo. Se ha dejado colar nuestra diplomacia -aunque lo más seguro es que el Gobierno de Sánchez la haya obligado a doblegarse, a callarse- todo el desbarajuste que al Tribunal Europeo y a la Eurocámara les ha apetecido con las leyes españolas, con nuestra Constitución, con la credibilidad de nuestra democracia. Sánchez ha preferido todas estas ignominias contra España, antes que plantarse ante la Unión Europea y ante los golpistas separatistas, los encerrados por delincuentes y los huidos de la Justicia española. Ojo, que eso también puede pasar factura, que las líneas rojas están para no saltárselas y la de la traición está rondando. Todo suma.

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