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jueves, 19 de marzo de 2020

El comunista se lo salta todo

Que es muy grave la denuncia de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Ayuso, contra el Gobierno de Sánchez. Que está convencida de que se está reteniendo en aduanas, por orden gubernativa, material sanitario -mascarillas, gafas, batas, etc.-, y sobre todo mesas-camillas adaptadas para respiradores, tan necesarios, que la Comunidad había comprado con antelación en previsión de lo que se nos venía encima. Pues está Madrid como para una broma de ese calibre, que hoy ha tenido que abrir el primer hotel medicalizado para acoger afectados por el coronavirus.
El Gobierno de Sánchez lo niega. ¡Pero quién lo cree! Quién puede creer a Sánchez, que se ha revelado como un mentiroso convulsivo. No obstante, siempre cabe la existencia de la duda. Pero, cuando todo esto pase, habrá que pedir responsabilidades, que las habrá. No lo duden.

Esto es lo que no entendió en el Congreso el jefe e la oposición, Pablo Casado, que estaba enfrentándose a un mequetrefe al que le da lo mismo mentir en tiempos de paz que en tiempos de guerra. Se portó, sí, Casado como un hombre con responsabilidad de Estado, pero cayó como un novato en la trampa que le tendieron Sánchez, y su asesor el comunista podemita y ViceDos del Gobierno, elPabloManué. Lo acusó Casado de falta de humildad, lo que es cierto, pero debió exigirle el compromiso ineludible, por ser tiempos de guerra, de que formara un Gobierno de Salvación durante este tiempo que dure la situación de anormalidad. Bélgica -pese a ser un pueblo que se pirria por los mejillones y las patatas fritas- ha formado un Gobierno integrado por nueve partidos políticos. Nueve.
De esa manera todos los partidos participan de la responsabilidad de las decisiones, que tomarán, lo más seguro, de forma colegiada. Hay, sin duda, más transparencia. Aquí, fuera de los ministros de laPesoé -y no todos- y los podemitas, los demás partidos están a lo que les quiera contar Sánchez. Más o menos lo mismo que a los ciudadanos, que nos informan por la tele de lo que quiere, claro.
De otra manera la información está exclusivamente en manos de Sánchez y de su asesor -y del ministro de Sanidad, Illa- el tal Fernando Simón, el trasnochado científico que quiere emular en su vestimenta al que fuera sindicalista de Comisiones, Marcelino Camacho. Y a Simón ya no lo cree ni su familia, porque dijo que si su hijo le preguntaba que si debía ir o no a la manifestación del 8M, respondió que le diría que hiciera lo que quisiera. Su respuesta debería haber sido que no, un no rotundo. Ya estamos viendo las consecuencias y las secuelas.
Por cierto, el comunista podemita y ViceDos del Gobierno se ha vuelto a saltar de nuevo la cuarentena. ¡Y la policía no lo multa! ¡Anda que no tenía ganas éste de figurar entre los ministros delegados para combatir el coronavirus. Se ha vuelto a presentar en La Moncloa. El cawboy dio una rueda de prensa. Lo podía haber hecho igual desde el casoplón de Galapagar. O acaso es que, como le sucede a muchas familias, no le ha dado todavía para comprar ordenador con cámara incorporada. Poco a poco, que eso lo sabe hacer muy bien, se está colando en La Moncloa, y el día menos pensado se lo encuentra Sánchez sentado a la mesa de la sopa con los churumbeles y laMontera, que si su pareja se salta la cuarentena por qué no puede hacer ella lo mismo. La igual es la igualdad, para eso es "miembra" de la familia.
Y desde La Moncloa, el muy sinvergüenza podemita, como miembro del Gobierno, apoyó la cacerolada contra el Rey, mientras éste hacía un llamamiento a la unidad. Cacerolada que había convocado su partido, del que es es el jefe; o sea que el comvocante fue él. Pero no, porque entonces tenía la pata de palo puesta y en La Moncloa no. Así que todo sea por la libertad de expresión, que el podemita maneja a su antojo. Aunque la verdad es que la cacerolada no se sintió, prácticamente, poco más allá del casoplón de Galapagar.
Casado le ha pedido a Sánchez un explícito apoyo al Rey. El que se lo haya escuchado que levante la mano

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