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martes, 10 de marzo de 2020

Un cara dura indecente

¡Un poquito de modestia, hombre! ¡Qué menos! No pasa nada por pedir perdón, aunque sea un poquitito. Hasta el Rey emérito lo pidió cuando se fue a cazar elefantes . Un poco de perdón por no haber comparecido antes y haber permitido y fomentado las concentraciones y manifestaciones por todo el país en el Día Internacional de la Mujer; menos mal que éstas contaron con menos afluencia que en años anteriores. Claro, pero, aún así y todo, a socialistas y comunistas le interesaba que se celebraran. Abascal, el de Vox, sí ha pedido perdón.

También metió el pinrel el de Vox, celebrando su asamblea de reelección como presidente del partido en Vistalegre, al que asistió ya contagiado de coranovirus su secretario general Smith. Ya veremos, pasados los días, las consecuencias de las concentraciones y de la reunión de Vistalegre.
Vaya pachorra la del presidente. Después de que está todo patas arriba sale por la tele para decirnos que la cosa está difícil. ¡Eso ya lo sabemos, coño! Lo estamos viviendo en directo, y hasta no nos creemos las cifras que todos los días nos pasa un señor de pelo blanco y con jersey.
Es demasiado cara dura, y hasta quiere aprovechar Sánchez la situación para llevarla políticamente a su favor. ¡Pillo, que es un pillo, hasta en estas circunstancias! Faltaría menos que ahora no estuviera en contacto el gobierno central con los autonómicos ni que los consejeros de Sanidad respectivos estuvieran coordinados. Se le supone, como el valor en la Mili. Pero de ahí a querer llevarse al huerto al personal con la necesidad de aprobar los Presupuestos, eso es demasiado.
Lo suyo es contar con los demás partidos, incluido, por supuesto los de la oposición: laPepé, Vox y Ciudadanos. No decir por la tele que eso es lo que hace falta, sin tan siquiera haber informado al Congreso de la situación, y de la situación real. Y que sea él, el presidente en persona, y no poner como escudo al ministro de Sanidad. Éste, como tal, responderá a las cuestiones técnicas, pero no a las sociales, a las económicas y a las políticas, como ha querido hacer Sánchez en su intervención desde La Moncloa. Mal y tarde. El presidente francés, Macrom, ya lleva seis intervenciones públicas.
Es más ha presumido Sánchez de transparencia informativa de su Gobierno, en alusión a la crisis del ébola, cuando gobernaba Rajoy: dos muertos y no llegó a treinta infectados. La no incomparecencia de Rajoy era calificada por Sánchez como "una vergüenza, un desgobierno". Que nadie dice que Sánchez no tuviera razón entonces, pero también puede aplicarse el cuento con el coronavirus, camino de los dos mil contagiados y más de treinta muertes. ¡A qué ha esperado para informar al Parlamento y a la ciudadanía! Estaba desaparecido cuando todos lo reclamábamos. Lo normal en él.
Y ahora le exige a la oposición el deber de apoyar la aprobación de los Presupuestos, ahora que ha dejado "escapar" a todos los chorizos delincuentes catalanes del Golpe de Estado, sus verdaderos socios con los comunistas, y les ha dado el oro y el moro a los separatistas catalanes y vascos. Es un chantajista Sánchez, un verdadero cara dura indecente. Ni tan siquiera ha sabido vender esto como una necesidad de Estado o un Estado con necesidad.

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