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sábado, 21 de marzo de 2020

Un presidente mezquino

Miren ustedes, el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, se piensa que los españoles somos tontos, idiotas o imbéciles. O todo a la vez, cada uno en mayor o menor medida y en su correspondiente escalafón. Durante más de una hora se ha dedicado públicamente, en televisión, a darse autobombo, a hablar lo que le ha apetecido y a obviar, por supuesto, cualquier tipo de responsabilidad en la gestión del coronavirus. Está bien asesorado podemíticamente: hablar y hablar sin prácticamente contenido y mentir, porque no hablar de ciertas cosas, es como mentir, o peor. Así actuaba Fidel Castro en sus discursos interminables, y le sigue en ello el podemita comunista venezolano, Maduro y antes el GorilaUno, Chávez
Sánchez se dedicó esta noche a autoalabar las medidas adoptadas por el Gobierno, en particular de las medidas económicas -que con bala de rey bien disparamos todos-, el confinamiento de la población, el haber colaborado y dotado a las comunidades autónomas de todo le material que necesitaban y anunciar que se ha pedido mucho más y que se va a comprar aún más en un mercado intensamente globalizado y agresivo. Todo ello referido a un futuro, porque el "gobierno está ya más allá", a partir de la confinación de la población, que nadie, precisamente, miren ustedes, le ha reprochado.
Pero de ahí para atrás, ni mentarlo. Eso es tabú. Eso es como el agua que no has de beber, déjala correr. Porque, sin embargo, su ministro de Ciencia, Pedro Duque -el astronauta, al que daba vergüenza ajena escuchar- desveló en su intervención de ayer de manera inocente o, vaya usted a saber, con intención de ensalzar a sus compañeros de Consejo de Ministros o, sencillamente, a su presidente, que el Gobierno conocía sobradamente desde el pasado dos de febrero lo que se nos venía encima.
Y, como ya se sabe, lejos de tomar las medidas pertinentes, sobre todo porque lo estábamos viendo en otros países, retrasó la adopción de medidas y el principio del confinamiento hasta una vez pasadas las manifestaciones del 8M; mientras tanto, usó todos los medios de comunicación a su alcance, que son la mayoría, para incitar a la asistencia a esas manifestaciones. Los resultados los estamos viendo ya, y los que faltan por llegar, que "serán muy duros"; más de mil muertos, que se dice bien, y miles de contagiados.
Descaradamente, el presidente hizo un llamamiento a la población para que no hicieran caso de las noticias de algunos medios de comunicación, ni a todo lo que nos llegue a través de las redes sociales. O sea a los bulos. Cierto que hay desalmados que aprovechan la situación para intoxicar a la población, pero hay medios que solo sirven a los intereses del poder: El PaíslaSexta, principalmente y el propio presidente cuando aprovecha sus comparecencias y obvia su responsabilidad en todo lo que le pueda perjudicar.
Si el confinamiento y otras medidas se hubieran adoptado antes, a partir del 2 de febrero, seguramente no tendríamos que lamentarnos ahora de mucho de lo que está sucediendo, de mucho sufrimiento, de mucho dolor y de mucho horror.
De nuevo Sánchez volvió a pedir unión, a la vez que aseguraba que no iba a perder tiempo con otro tipo de problemas que pudiera tener el país, España, en alusión al nazi xenófobo catalán, que ha emprendido de nuevo el camino del descrédito de España en el extranjero, en vistas a intentar un nuevo Golpe de Estado. Por supuesto, Sánchez no quiso incomodar a su socio catalán, al que necesita para aprobar los Presupuestos. La respuesta de Sánchez es de una mezquindad increíble y humillante para todos los españoles.
Como ha resultado mezquina su intervención televisiva, a lo Fidel Castro, cuando todos los españoles esperábamos unas palabras en defensa de la Monarquía, del Rey Felipe VI, al que su ViceDos, el podemita comunista insultó y menospreció desde la sala de prensa del mismísimo palacio de La Moncloa. Sánchez continúa en sus trece de querer ser Rey. Y queda lo más terrible.

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